Hoy no, pero mañana tendré tiempo para pensar en salir del tiempo. Deja de estar suspendido en el muelle, saludando a los veleros que se llevan el anhelo de los que se quedaron y dejan en el horizonte el anhelo de quienes los ven partir y con los brazos extendidos les ruegan en silencio que los lleven a donde nunca supieron llegar. Soñar.
Hoy no, pero mañana pensaré en dejar de oír las idas y venidas del agua sucia golpeando las viscosas paredes del muelle, olvidando el remolino de los salmonetes que en el fango en el que crían esperan el día en que llegue la marea procedente de un “Mar sin horizontes precisos” que les revela un agua clara, clara, alejada del limbo de los días.
Hoy no, pero mañana aprenderé a caminar sobre el agua y abrir horizontes en las estrechas paredes de las diminutas ilusiones con las que llenaba mis horas y agradecía haberme permitido empañar las ventanas de mi existencia solo desde fuera y a través de un espejo que nunca fue mío.
Hoy no, pero mañana, con la serenidad de los pájaros, tendré tiempo de salir del tiempo.