
Tener conciencia de ser gorda es importante, pero fatídico. Porque mientras uno no se da cuenta de que lo es , pasa por la vida sin mayores problemas. Cree que todo le está permitido. Puede vestirse como quiera, salir con cualquier hombre o mujer que se proponga y no destacar más allá que por sus cualidades físicas o intelectuales.
Lo malo es cuando te despiertas un día y te viste enorme en una foto, o alguien te dijo que eras la gorda o la “ gordita” del grupo. Nadie quiere salir con la gorda, piensas tú. Va a ser un problema en el trabajo, la obesidad es una enfermedad.
Y así, vas limitándote tu solita. Dejando de hacer, de ponerte cosas o de actuar normal con los novios, pensando que te van a dejar por gorda.
Y no es así. Se lo dice una ex gorda mental, que se sometió a todas las dietas habidas y por haber. Que dejó de ponerse ropa clara o pegada, que vigilaba si las rayas de las blusas eran horizontales o verticales, que desterró los blazers porque : “ qué caderas!”
Hasta que un día, alguien que me quería lo suficiente para ser sincero conmigo me dijo que la gente no era querida solamente por ser gorda o flaca, sino por ser inteligente, entretenida, sabrosa o sorprendente. Que me dejara de idioteces.
Respiré hondo, no le hice caso. Me puse a hacer ejercicio como loca, más bien. Pero en un tiempo, viendo que mi familia y mi pareja me miraban con paciencia, que todo mi mundo seguía en su sitio, empecé a entender que las condiciones que aparentemente marcan nuestra vida, nacen y mueren en nuestro cerebro . Aunque he tenido suerte y he salido poco a poco de mis condiciones limitantes de gorda mental y de gorda física, creo que haría falta un “ me too” para las gordas . Es necesario un movimiento para rescatarnos de las condiciones aparentemente irrecuperables que nos anclan en los juicios de los demás: “gorda”, “flaca”, “fea”, “tonta”, “víctima”, “ aburrida”.
¿ No?

es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com