Era un hermoso día de invierno y Augusto decidió tomar un café no Guevara’s de Brooklyn. A pesar del frío, el día estaba muy claro, y el sol bañaba la terraza, por eso decidió sentarse afuera. ¡Poco después apareció esta mujer fabulosa que era la viva imagen de Betty Boop! A ella no parecía importarle que todos los hombres del patio la escudriñaran. Se limitó a sentarse sola en la terraza a tomar su café con leche de almendras, de espaldas a todas las miradas masculinas, que, aunque políticamente correctas no despreciaban la belleza femenina. Luego estacionó a contramano un Tesla color vino que en el capó tenía un grafiti naranja psicodélico que decía Jolly Roger. ¡Y del Tesla salió un tipo con aires de perezoso distinguido que parecía un cruce entre el Capitán Garfio y el Gato con Botas! De hecho, lucía bigotes que alisaba con la mano izquierda. Además, llevaba unos botines negros y un pantalón burdeos, muy ceñido, a juego con su camiseta, también ceñida, y un sombrero colorido con una pluma. Con el aire atrevido de un petimetre, ni siquiera esperó a que lo invitaran, se sentó en la mesa de Betty Boop y entabló conversación, gastando su Queen’s English, que por alguna razón a las estadounidenses les encanta. Tan pronto como Betty terminó su Latte, todos en la terraza la vieron partir hacia el Tesla de este extraño hombre. Al tipo los presentes le habrían arrojado tantos cocodrilos como había en la tierra. Pero antes de eso, el Tesla se abrió como una caja de Pandora y mientras ella se sentaba en el asiento del pasajero, todos, incluida ella, vieron el gancho que el sinvergüenza tenía en lugar de su mano derecha, pero ya era tarde, el Jolly Rogger ya cerraba atrapándola. Todos, incluida Betty, supieron en ese momento que el bocazas se la llevaría a la Tiera del Nunca Jamás. Antes de que el auto se fuera, los hombres de la explanada gritaron al unísono: ¡Too Latte, Betty! ¡Too Latte! Al subirse a su Jolly Roger el desvergonzado respondió ¡Floreat Etona, veganos! Los gritos al unísono despertaron a Augusto, que ya no sabía en qué tierra estaba, pero ahora estaba seguro de que Betty Boop existía y vivía con él.