Gente que Cuenta

Cuidado, persona especial a bordo, por Victorino Muñoz

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James Lee
Foto en el carro, s/f

 No soy muy amigo de manejar. De hecho, es la única cosa que en realidad me estresa, aparte de cierto género musical que llaman urbano y que no voy a nombrar para que, cuando hagan una búsqueda en Google no vaya a salir mi nombre por allí asociado con dicha palabra.

En fin, a lo que iba. El primero de enero de este año fui a casa de unos familiares, en las afueras de la ciudad, y disfruté estar al volante, como pocas veces. Es que la vía estaba prácticamente sola. El infierno son los demás, dijo Sartre. Creo que también aplica al manejar. No estoy seguro de si este filósofo existencialista y bizco tuvo alguna vez carro y manejó. Pero, estoy seguro de que coincidiría conmigo.

Es que aquí hay tanta gente que hace lo que le da la gana cuando se mete en su vehículo. Cierto que el carro en cuestión es de su propiedad. Pero las calles no. Y de hecho, no son solo las calles: se estacionan en las aceras, en donde quieren. No saben para qué sirve el rayado peatonal. No miran el semáforo sino hacia los lados, para ver si no hay un fiscal de tránsito y poder atravesar, sin importar la luz.

En estos días pensaba en que hacen un mal negocio las autoridades municipales arreglando los semáforos, para que nadie los respete. Tal vez por eso no los arreglan, o tal vez es porque las autoridades también manejan y lo hacen igual que los demás. Creo que deberían dejar en fijo la luz amarilla. Total, da lo mismo.

En parte el problema en nuestro país se debe dar por la manera como otorgan las licencias: uno paga y va a buscarla. Como si fuera una pizza. Si hicieran un examen, ya verían… Pero, de seguro muchos piensan: tengo licencia, luego sé manejar; si no, no me la habrían dado.

Una ex novia tenía la mala costumbre de ir viendo las vidrieras de las tiendas, pero, ¡desde el carro!, ¡mientras manejaba! Yo le reclamaba, y las personas que venían en los vehículos detrás también. Ella se molestaba a su vez: ¿es que uno no puede ver ni siquiera? Pero, estaciónate, mi amor, le sugería yo, y te compro lo que tú quieras.

Así hay muchas de estas personas. Al parecer sus madres, desde muy niños, les decían: tú eres una persona muy especial, puedes hacer lo que quieras en la vida. No obstante, se lo tomaron por el otro lado y, en lugar de aplicarlo a las metas de la vida, lo aplican al manejar.

Para todas ellas, incluyendo mi ex novia, debería haber uno de esos letreritos que colocan en los carros: cuidado, persona especial al volante. Así los que venimos detrás o los que atravesamos la calle, sabríamos a qué atenernos. Digo yo. No sé.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de Olímpicos e integrados, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y Página Roja, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
Foto Geczain Tovar

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