
¿Que te perdone, yo? ¿Que te perdone?
El santo Cachón
Hay una nueva corriente de pensamiento que predica el perdón a toda costa y ante cualquier circunstancia. Según los devotos de esta tendencia, hay que perdonar para liberarse, para no llenarse de odios.
Perdónenme, pero yo disiento de estas posiciones. Y no porque sea rencoroso. Quienes me conocen saben que más bien tiendo a ser tibio, cuando no frío, en las reacciones emocionales. Así que no atesoro odios.
No obstante, cuando una persona ha actuado de mala fe hago como con esas tiendas donde no nos tratan bien: no vuelvo, no paso por allí, cruzo la calle, sigo de largo, compro en otro lado. O no compro nada.
Aclaro y enfatizo: no estoy molesto, ni dolido siquiera. Con las personas y las tiendas es una decisión que tomo de manera ecuánime, incluso por razones prácticas. Así me evito molestias futuras. Y hasta ahorro plata.
Ahora, si la persona intenta disculparse, a veces la escucho:
- Si lo hizo sin querer (algo como pisarme un pie), no debería disculparse. Ya la habré perdonado seguramente. Aunque si me pisó el pie muchas veces, entonces ya no es tan sin querer. Tampoco debería disculparse.
- Y si actuó mal a sabiendas, no tiene que pedir perdón. Yo no creo en lo de “no sabía lo que hacía o lo que decía”. Claro que sabía, pero pensaba que estaba haciendo la gran cosa. Y hasta donde sé, la lengua no es un músculo de movimiento involuntario.
Quienes me han agraviado, se convierten para mí, entonces, en una no persona, como dice en el libro de 1984. Son algo así como un poste. Yo veo un poste y sé que es un poste. No genera en mí ningún sentimiento. Ni lo odio ni me duele. Y no me da lástima que lo orine un perro.
Por su parte, Borges decía: “Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”. Tampoco estoy tan de acuerdo; considero que uno no debe olvidar del todo, porque si no, cae en lo mismo.
Ten cuidado con ese poste, me recuerdo a veces, para no volver a golpearme. Es lo único en lo que pienso. Pero no sé qué pensará el poste cuando me ve. (Y si, tras leer estas líneas, te preguntas si será contigo la cosa… por algo será, querida no persona.)

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
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Foto Geczain Tovar