
Sol de la mañana, 1952
Fuente: https://www.wikiart.org/
El sol entra perezoso por la ventana; su luz no llena el vacío que dejaste. El café parece preguntarme si hoy también voy a extrañarte.
Los domingos tenían tu risa, tus manos que hacían magia con lo cotidiano. Ahora solo hay el eco de esos momentos.
Los domingos eran un ritual. El sol que entraba tímido por la ventana, el aroma del café recién hecho impregnando la casa, la certeza de tu risa llenando los espacios vacíos. Ahora, sin ti, todo es distinto.
El día se despierta con pereza, como si supiera que ya no tiene propósito. La luz es apenas un reflejo de su antigua calidez. La brisa que rozaba nuestras pieles ahora solo arrastra el eco de tu ausencia.
El silencio pesa, se acomoda en cada rincón. Ya no hay melodías espontáneas ni conversaciones tontas y sin prisa. Solo queda el murmullo de los recuerdos.
El café se enfría en la taza, como los domingos sin ti. Antes, su aroma me hablaba de mañanas compartidas, de planes improvisados, de tus manos dibujando futuros sobre la mesa y mi piel. Ahora, solo es una bebida.
Camino buscando rastros de tu existencia, pero lo que hay es ausencia aferrada a muebles. Si pudiera, atraparía el tiempo en una botella, volvería a los domingos donde el día no era un recuerdo sino una historia en construcción.
Los domingos son un invierno sin fin, una canción que se quedó́ sin versos, un reloj detenido en la hora en que te fuiste. Son un espejo roto donde el reflejo de tu ausencia se multiplica. Un reloj sin manecillas, un poema olvidado en la lluvia, una melodía que no halla su último acorde.
El sol se desliza por la ventana con la misma torpeza de un pájaro que ha perdido el rumbo. Antes, su luz tejía filamentos dorados en tu piel, ahora derrama sombras sobre un día que ya no sabe cómo ser sin ti.
Las horas se amontonan como hojas secas en un rincón. Intento recogerlas, hacer que me susurren tu voz; solo crujen en la soledad de este domingo sin ti.
Tu risa, el hilo que cosía las horas, ahora es un latido lejano, una estrella apagada que aún brilla en mi memoria.
Camino como quien busca el sentido de un sueño interrumpido. Abro puertas que no llevan a ninguna parte, enciendo luces que no iluminan. En cada rincón está el fantasma de los domingos que fueron.
El crepúsculo llegará sin ceremonia. La luz se disolverá como un suspiro en la piel del cielo, y yo me quedaré en este domingo detenido en el umbral del recuerdo, donde tu ausencia es un océano sin orilla.
Ojalá pudiera enviarte un pedazo de este domingo, para que supieras cuánto te extraño.

Escritora, novelista, cuentista, ensayista, periodista, articulista.
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@solmorillob