Muchos recordarán aquel chiste, aquella chanza entre alumnos de escuela primaria, cuya finalidad era agarrar al interlocutor desprevenido: “de qué color era el caballo blanco de Napoleón ??” Y si aquel quedase pensando en la respuesta, sería el hazmerreír del grupo !
Pero entrando en la historia ecuestre de Napoleón Bonaparte, éste tuvo 129 caballos durante su gesta, según el historiador Jean Tulard. Como debería ser, era todo un séquito que cuidaba de los nobles animales a disposición del emperador: el haras, los cuidadores, el comprador de apellido Caulaincourt y los escuderos que lo acompañaban en las campañas y batallas. Eran animales de diversas razas provenientes de lo más selecto de la época. Y muchos de estos equinos perecieron a lo largo de los combates.
Eran animales de diversas razas provenientes de lo más selecto de la época. Y muchos de estos equinos perecieron a lo largo de los combates.
Napoleón gustaba de llamarlos con nombres que consideraba digamos, poderosos, como Taurus, Tamerlán, Cerbero, Visir (preservado en Los Inválidos, en París) y otros con nombres de batallas ganadas como Friedland, Austerlitz, Wagram o Marengo (sobreviviente de Waterloo, con esqueleto preservado en un museo militar en Inglaterra). Obviamente estaban también los nombres franceses, como Roitelet, Coquet y Desirée (recuerdo de un amor de juventud).
Entre todos esos ilustres ecuestres, había un legítimo caballo criollo, fuerte y resistente fiel a su raza, originario del Plata, cuyo nombre era …. Montevideo ! Difícil saber el motivo de haber sido bautizado con un nombre tan geográficamente lejano del entorno napoleónico, pero Montevideo, un alazán castaño, participó de la campaña de España, sobrevivió a la de Rusia y acompañó a Bonaparte a su primer exilio en la isla de Elba, en 1814, junto a 8 de sus amigos de raza, los favoritos.
Roberto Managau, uruguayo, reside en San Pablo desde 1982. Dirige un espacio de arte uruguaya y es apasionado por fútbol, guerras mundiales y algunas curiosidades de la historia.
Roberto Managau, uruguayo, reside en San Pablo desde 1982. Dirige un espacio de arte uruguaya y es apasionado por fútbol, guerras mundiales y algunas curiosidades de la historia.