El dedo medio no es sólo para insultar. Según la revista Science, sólo en las últimas dos décadas ha habido al menos mil artículos que afirman que la longitud relativa del dedo medio sugiere atributos que van desde la salud y la inteligencia hasta el liderazgo. Todo vale, pero hay hordas de incautos midiendo sus dedos antes de visitar al médico, o incluso durante talleres de trabajo en equipo.
Algo similar ya se ha dicho de la nariz de Cleopatra. Su gran nariz revelaría atributos indiscutibles de liderazgo y seducción. Julio César que lo diga. Pero como ambos murieron, no es posible verificarlo, salvo su nariz en los retratos de la corte. El problema es que cada uno diseña lo que quieren la corte o el mercado.
Entre nosotros, el mercado decide. De ahí que algo similar suceda en las llamadas tiras cómicas de América Latina. Una amiga de la Universidad de Puebla señaló el tamaño de la nariz de los protagonistas. Desde Paturuzú e Isidoro Cañones, de Argentina, hasta las narices de la familia Burrón, de los mexicanos. Todo el mundo tiene narices exageradas. Hasta el chileno Condorito la tiene, aunque la suya es más pico que nariz.
Pero no tarda en llegar a América Latina la noción de que la nariz significa algo hasta ahora no considerado. Cosmopolitan, en India, publicó un compendio de narices famosas. Desde Clinton y Obama, pasando por Angelina Jolie.
El verdadero significado está en la relación entre ambos, el largo de los dedos de la mano y el tipo de nariz. Tal propuesta conduciría, como mínimo, algo “Instagramiable“, que parece ser lo que más importa en estos días.
Por lo pronto, voy a correr y medir mi dedo y mi nariz para llegar a una teoría del tipo de la que se puede hablar en cocktails, aunque sean virtuales. Me vendría bien algo así.