Gente que Cuenta

El primer malnacido, por Victorino Muñoz

Audrey Weber Atril press
Audrey Weber
Fuente: Pinterest

Hubo un primero que miró hacia el cielo o hacia el suelo, da igual, y se dio cuenta de nuestra triste realidad: somos mortales, algún día yo no habré de estar, estos huesos serán polvo con el tiempo, volverán a la tierra, etc.

Ese hombre o mujer, vaya usted a saber, no pudo con tamaña verdad, así que la tuvo que comunicar, con su rudimentario lenguaje:

– Somos mortales, tan solo ayer me di cuenta – le dijo al que iba al lado, acarreando algún saco de cereal.

– ¿Cómo así que somos mortales?

– Sí, vamos a morir, hoy, mañana, más tarde. Algún día, todos los que estamos no estaremos.

El otro seguramente habrá soltado su costal y se habrá quedado pensando. En la noche se lo habrá contado a su mujer, esta a su vez a la hermana, o a la madre, a la suegra, a los hijos, a la vecina.

La noticia cundió como un reguero de pólvora. De allí pasó a la aldea vecina. Se propagó como una terrible enfermedad. La enfermedad del saber, que a la vez es una maldición y una carga, muy pesada de llevar.

Así nacemos y vivimos, y así habremos de morir, sin poder escapar de esta angustia, esta tragedia, esta terrible certeza. Claro que entre un momento y otro, tenemos oportunidades de alegría, de redención, de hacer cosas buenas.

Ahora, me pregunto yo, ¿por qué esa persona que tuvo por primera vez la revelación, simplemente no se calló? ¿Por qué tuvo que decirlo? ¿Qué habría pasado si se calla? ¿Viviríamos aún como los caballos y los perros, en un presente eterno, sin temor del qué habrá?

La verdad no lo sé. Del mismo modo no entiendo por qué, cuando uno está en medio de una animada reunión, compartiendo con los amigos, nunca falta el malnacido que te suelta la frase: “hay que gozar porque esto es lo que queda, ya que un día nos vamos a morir”.

Aunque lo que diga sea cierto, provoca darle una pedrada en la frente o en la boca, por inoportuno, a ver si se calla. Y es que para todo hay un momento, y no creo que sea este el mejor. Razón tenía La Rochefocauld cuando escribió aquello de que la verdad dicha a destiempo tiene un valor escasamente superior al error.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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