
Fuente: Pinterest
Tal vez no se te perdió un tornillo, tal vez es que te sobran tuercas. Pero si te faltan piezas, no te preocupes, no te darás cuenta ni de una cosa ni de la otra.
Los tornillos tienen la mala costumbre de saltar de las manos justo en el momento en que los estamos atornillando. Tienen síndrome de oposicionismo desafiante.
Cuando caen al piso, si escuchamos que rebotó hacia la izquierda, lo más seguro es que esté a la derecha, o debajo de nosotros. En todo caso, busque bien, barra el piso y resígnese; el tornillo no quiere ser encontrado.
Y es que los tornillos conocen trucos de magia: ahora me ves, ahora ya no. Anda a la ferretería corriendo antes de que cierren.
La posibilidad de que un tornillo se pierda es directamente proporcional a la posibilidad de que no tengamos otro igual para reemplazarlo.
Y esta posibilidad aumenta conforme el tornillo es más necesario para terminar de arreglar lo que estamos arreglando.
Cuando armas un mueble o un aparato cualquiera, solo te sobrarán tornillos que no te van a hacer falta luego.
No los guardes, no insistas en tener frascos llenos de eso. Cuando necesites alguno, vas a tener que salir a comprar.
Los tornillos aflojan hacia la izquierda y aprietan hacia la derecha, excepto aquellos que giran de modo contrario. En todo caso, depende de si estás de frente, o estás debajo de algún trasto o del carro.
Aunque hay algunos que no aflojan ni aprietan hacia ningún lado. Son los tornillos ateos, que no creen en nadie.
Lo más seguro es que nunca sepamos bien si estamos aflojando o apretando. Excepto cuando somos nosotros los que ponemos el tornillo. Y aun así lo olvidaremos cuando tengamos que quitarlo.
Pero recuerda: nunca aprietes demasiado fuerte un tornillo, no sabes cuándo vas a tener que aflojarlo.

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar