El viaje que nunca fue, por Victorino Muñoz

Nos levantamos esa mañana con la intención de planificar muy bien el viaje a la playa. Comenzamos por indagar acerca de las playas aptas. Ya saben, no vaya a ser cosa que uno se meta en un sitio contaminado.

Luego, difícil decisión, evaluamos si era mejor ir solo a la costa o a algún cayo. A tales fines, revisamos varias cuentas de Instagram, cuánto era el costo por traslado, para cuántas personas, etc.

Pero, estábamos olvidando algo importante: ¿quiénes podrían ir? Aunque, más aún, esto dependería de la fecha. Revisando en el calendario, y tomando en consideración actividades sociales pendientes, anotamos dos o tres fechas tentativas.

Luego, vino la tarea de enviar mensajes para preguntar a familiares y conocidos si estarían interesados en acompañarnos a la playa o a algún cayo en tal o cual fecha, cuál les convenía más. Hubo diversas respuestas, sugerencias, más información que analizar.

Pero, ya teníamos algo adelantado. Ahora tocaba pensar en la comida. Vamos al supermercado, a ver los precios: que si los sándwichs, que si papas y zanahorias, pensando en la opción de una ensalada, el atún en latas, algunos refrescos y papitas. Ya se sabe lo que uno come en la playa.

Con esta y las demás informaciones, armamos un presupuesto, para tantas personas, si iban todos los interesados; para el menor número posible. La cantidad de vehículos. Otros insumos que se necesitaran: toalla para tender en la arena, sombrilla para el sol, unas sillas, cavas, envases para llevar comida, platos y vasos desechables. Cervezas y hielo, para los que beben.

Listo, hicimos nuestro plan, con cronograma, organigrama y presupuesto. Todo eso. ¿Que cómo nos fue en la playa? Nunca fuimos. En realidad no me gusta la playa. Me molestan la arena y el sol. Entonces, ¿para qué planificamos? Ese era nuestro objetivo: aprender a planificar un viaje a la playa, no ir a la playa.

¿Parecemos idiotas? Sí, tal vez. Casi tanto como los que hacen tesis así. De hecho, la gran mayoría de las tesis que he revisado son de este tipo: planes que nunca van a ser llevados a cabo. Por lo menos yo solo perdí una mañana; no dos semestres, como hacen en las universidades.

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