El viaje que nunca fue, por Victorino Muñoz
Nos levantamos esa mañana con la intención de planificar muy bien el viaje a la playa. Comenzamos por indagar acerca de las playas aptas. Ya saben, no vaya a ser cosa que uno se meta en un sitio contaminado.Luego, difícil decisión, evaluamos si era mejor ir solo a la costa o a algún cayo. A tales fines, revisamos varias cuentas de Instagram, cuánto era el costo por traslado, para cuántas personas, etc.Pero, estábamos olvidando algo importante: ¿quiénes podrían ir? Aunque, más aún, esto dependería de la fecha. Revisando en el calendario, y tomando en consideración actividades sociales pendientes, anotamos dos o tres fechas tentativas.Luego, vino la tarea de enviar mensajes para preguntar a familiares y conocidos si estarían interesados en acompañarnos a la playa o a algún cayo en tal o cual...