Entre las aparentes ventajas que nos dan las nuevas tecnologías, está la de poder consultar diversos contenidos relacionados con la salud, para saber o para creer que sabemos cómo andamos.
Es como ir al médico sin haber ido. O como tener el médico en casa, pero sin tener que pagarlo. Eso es lo que pensamos.
Ahora bien, cuando nos aparece algo repentino, una comezón incesante, un punto negro en la piel, un síntoma que no teníamos, nos vamos a las benditas páginas de salud, a ver qué podrá ser.
En principio, todas parecen ser tranquilizadoras, en las primeras opciones:
– Puede ser una reacción alérgica a algún alimento o un medicamento.
Sí, asentimos, puede ser eso; pero de repente recordamos que no estamos tomando ningún medicamento y que recientemente no hemos comido nada extraño que pueda ocasionar esa reacción. De modo que los descartamos.
– Otras posibles causas son un desajuste hormonal, una afección en el hígado…
Aquí comenzamos a inquietarnos, porque las opciones parecen ser ahora menos alegres. No es lo mismo haberse comido algo en mal estado que tener el hígado afectado.
Nos miramos detenidamente en el espejo, levantándonos la camisa, como si tuviéramos el poder de Superman: la visión de rayos X, para atravesar la piel y los tejidos y ver los órganos palpitando.
También nos tocamos, creyendo saber dónde está el hígado. Aunque tal vez es por aquí, no, más abajo; igual el hígado no se puede tocar desde fuera… Seguimos leyendo:
– En un pequeño porcentaje de los casos…
No terminamos de leer toda la frase porque que al final está la terrible palabra: cáncer.
Ahora nos aterrorizamos preguntándonos cómo sabemos que ese no será nuestro caso.
– Lo mejor es siempre consultar con el médico.
Así suelen terminar los artículos y de verdad que nos preguntamos: ¿por qué no habré hecho eso?, ¿por qué habré leído esto?
Con estas benditas lecturas, en lugar de curarnos en salud, lo que hacemos es enfermarnos, quedando más preocupados de lo que estábamos al inicio y comenzando, después, a sentir otros síntomas aún más extraños, incluso dolores en los ovarios (aunque seamos del sexo contrario).