Esa gente, por Luli Delgado

Es una suerte de “Coco”, “Cuco” o “Bicho Papão” social, según el lugar donde suceda. No sabemos mucho quiénes son por fin, pero le tenemos muchísimo respeto.

“Esa gente”, nos regula la vida mucho más de lo que queremos admitir, vamos a los ejemplos.

“¿Qué va a decir esa gente?”, normalmente es motivo de vergüenza propia por algo que hicimos, o incluso hasta ajena, cuando no somos los protagonistas. Imbatible.

¡Qué pena con esa gente¡, es otra de las variantes, generalmente utilizada a modo de comentario sobre algo con lo que no estamos de acuerdo. Normalmente es la frase final de una sesión de críticas.

“Cumplimos con esa gente”, es otro ejemplo clásico. Equivale a la “misión cumplida” de otros ámbitos, y está cargada de la misma fuerza que si viniéramos de regreso de una operación de hombre comando. También se usa mucho como frase de cierre.

Nada que prenda más las alarmas que cuando nos dicen: “cuidado con esa gente”. Aquí no se sabe exactamente cuál es el peligro, pero igual pone la carne de gallina, especialmente cuando es, digamos, nuestra mamá la dueña de la advertencia.

Los ejemplos pueden ser muchos más. “No entiendo a esa gente”, “saluda a esa gente”, “evita a esa gente”, “con esa gente nunca se sabe”, “nunca más se supo de esa gente” y por ahí sigue la lista.

Parece ser, no me tomen muy en serio, que Freud escribió al respecto. Lo llamó el “super yo”, o cosa parecida, pero como no es mi área, prefiero no meterme. Los que sí entienden por favor déjenme saber.

De lo que sí estoy convencida es de que “esa gente” está más en nuestra cabeza que en la vida real, pero como a su vez ellos también tienen la suya, que a menudo somos nosotros, entonces vamos y venimos así por la vida y, con mayor o menor facilidad, terminamos por entendernos.

Algo así como el cuento del gallo pelón. ¿Se acuerdan? …

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