Gente que Cuenta

La impostora, por Leonor Henríquez

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Autor desconocido
Tomado de Pinterest

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Suena como el título de una telenovela.

Pero creo que fue más bien una traición de mi subconsciente.

Explico.

Siempre quise ser médico. Recuerdo que, al manifestarle a mi papá, gran médico otorrinolaringólogo de Caracas, mi deseo de estudiar medicina, quizás con ánimo de protección, me dijo: “Ay hija, es una profesión muy dura, se ve mucho dolor y muerte”.

No tuvo que decir más, para que me decidiera a estudiar ingeniería.

Y así lo hice.

Sin embargo, mi admiración por las ciencias médicas y los doctores, esos grandes profesionales que, con su bondad y sabiduría, dedican sus vidas a aliviar a la “humanidad doliente”, es inmensa.

Y así mi breve inmersión en este otro universo.

Sucedió en una clínica de Barcelona, donde estuve un par de días como acompañante de un familiar.

En medio de los nervios de la espera, en el laberinto de los pasillos de la clínica, buscando el cafetín, mi cabeza decidió hacer caso omiso a un gran letrero en el ascensor que decía: SOLO PERSONAL AUTORIZADO.

Entré al elevador como si yo perteneciera allí. En cada piso que se paraba, entraban y salían enfermeros, doctores y enfermos en camilla.

Yo, la impostora, muda, en un rincón.

Corriendo, escapé del ascensor en un piso con un cartel que decía: Cuidados Críticos.

Temblé de pies a cabeza.

Finalmente, una enfermera se dio cuenta de mi pánico y me preguntó si estaba perdida. Le dije que sí, y amablemente, sin llamar a seguridad, me indicó el camino a la salida y como llegar al cafetín.

Llegué trastabillando. En vez de un “cortao” opté por una cerveza marca Alhambra.

Brindé por la medicina, por los médicos, esos de cuerpos y almas, y agradecí a mi papá por su sabiduría.

Creo que,para mí, es mejor construir puentes que presenciar cuando las personas están a punto de cruzarlos.

Como dicen, zapatero a sus zapatos.

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Leonor Henríquez (Caracas, Venezuela) Ingeniero Civil de profesión
(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
Desde muy joven participó en talleres de escritura creativa en el CELARG, Caracas.
Sus ficciones fueron publicadas en la antología Voces Nuevas (1990-91), y
más adelante su testimonial, Existe la Luz (1995).
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus
reflexiones sobre el duelo, Hopecrumb (2020) y “The Adventures of
Chispita” (2021), cuento infantil, una alegoría de la vida en el vientre materno.
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com

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