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Este cuento sí ha cambiado II

Influencers
La tecnología y sus avances no tienen nada de malo cuando se implementan para cubrir las necesidades que originaron su desarrollo. El problema aparece cuando nosotros, los usuarios, comenzamos a utilizarla para otros fines, o como sustituta de importantes actividades y relaciones humanas.

 

La realidad es una sola, pero existen factores que, en cierta forma, están tratando de “obligarnos” a que la percibamos o asimilemos de una manera diferente. La tecnología ha sido considerada como uno de esos factores.

La tecnología y sus avances no tienen nada de malo cuando se implementan para cubrir las necesidades que originaron su desarrollo. El problema aparece cuando nosotros, los usuarios, comenzamos a utilizarla para otros fines, o como sustituta de importantes actividades y relaciones humanas.

En estos momentos usted está leyendo este artículo en un medio logrado por estos avances, pero a unas cuantas pantallas de esta, podría encontrar “cualquier cosa”. El problema no es el dispositivo y sus programas, que ahora nos permiten conocer de nueva información, puntos de vista u opiniones, el asunto es el cómo y para qué los utilizamos.

En medicina, la resonancia magnética nuclear es un método de exploración extraordinario, nos muestra las estructuras corporales de una manera tan precisa, que permite corroborar o descartar un diagnóstico. Al igual que una simple hematología, es un examen complementario de una buena historia clínica elaborada interrogando al paciente, y de un examen físico en donde se le ausculta, se palpa… el médico, con sus cinco sentidos, examina al enfermo. Cambiar el orden de estos elementos otorgándole prioridad a la resonancia sobre la clínica del paciente, sería un error nuestro, no de la tecnología.

Definitivamente, si estuviésemos en un juicio en contra de la tecnología, habría que declararla inocente de los cargos que se le imputan. Los verdaderos culpables en la “complicidad involuntaria” de la tecnología somos nosotros. Ella de una manera automática, registra en las redes el número de seguidores que tiene una persona de 20 años, con “buen físico” y que sólo habla de sí misma; pero somos nosotros los que decidimos considerarla Influencer de terapias psicológicas o de nutrición en el espacio exterior. Esto mismo es aplicable a las Fake News. Somos nosotros quienes las multiplicamos, no es la tecnología.

Luis Alejandro Rodríguez e1653666013155
Luis Alejandro Rodríguez Castillo es médico venezolano, Master en inmunología del IVIC y Nebraska University. Fue Scientific Adviser en Sandoz Switzerland. Escritor y guionista para la ciencia. Desde hace varios años escritor para el espíritu. Autor de “El Tweet de Dios”.
luisr168@gmail.com

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