Gente que Cuenta

Excremento plástico, por Victorino Muñoz

Dee Nickerson Atril press
Dee Nickerson,
La vara, s/f

Hace unos días iba en la bicicleta, atravesando un terreno que quedó baldío (y quién sabe si quedará siempre así) en lo que iba a ser una estación del metro. Una chica paseaba un perrito.

El animalito hizo su gracia. La chica tomó una bolsita y metió la caca del perro. Y luego la arrojó en el monte. Fue peor, digo yo. Por lo menos allí, en esa tierra, el excremento del perro se habría degradado; pero la bolsa no lo hará, por lo menos no en el próximo medio siglo.

Yo entiendo todo el asunto del ornato público, entiendo que las heces de los animales atraen moscas y enfermedades, y que para las personas con movilidad limitada pueden constituir un problema mayor.

Pero, veamos el otro lado de la cuestión: se piensa que puede haber unos 800 millones de perros en el mundo. Y si el perro tiene que evacuar una a dos veces al día, tendríamos en un año 383 billones de bolsitas plásticas rodando por el planeta.

Y eso sin contar los recipientes de agua y bebidas gaseosas. Las cifras optimistas ubican las botellas desechables en una cifra muy cercana a la de las bolsas. Total, hay unos 140 millones de toneladas métricas de desechos plásticos cada año. Lo suficiente para llenar varios millones de camiones, que le darían siete veces y media la vuelta a la tierra, si los pusiéramos uno detrás de otro.

No es de extrañar que haya lluvia de plástico, es decir, micropartículas de este material que se encuentran suspendidas en el aire y, eventualmente, se precipitan a la tierra. Al respecto, se han realizado estudios en diferentes lugares del mundo. En Nueva Zelanda, esta cifra se estima en unas 74 toneladas métricas de plástico caído del cielo, como si fuera un maná de los nuevos tiempos.

Por otra parte, en el océano se han detectado hasta 7.000 partículas de distintos tipos de polímeros, en tan solo un metro cúbico de agua. Podría decirse que, en la actualidad, literalmente nos estamos ahogando en plástico, por todos lados.

Como decía, entiendo lo de poner la caca del perro en una bolsita. Pero creo que debemos buscar una solución alterna, porque pronto necesitaremos un planeta de repuesto. Y no lo tenemos aún.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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