Excremento plástico, por Victorino Muñoz
Hace unos días iba en la bicicleta, atravesando un terreno que quedó baldío (y quién sabe si quedará siempre así) en lo que iba a ser una estación del metro. Una chica paseaba un perrito.
El animalito hizo su gracia. La chica tomó una bolsita y metió la caca del perro. Y luego la arrojó en el monte. Fue peor, digo yo. Por lo menos allí, en esa tierra, el excremento del perro se habría degradado; pero la bolsa no lo hará, por lo menos no en el próximo medio siglo.
Yo entiendo todo el asunto del ornato público, entiendo que las heces de los animales atraen moscas y enfermedades, y que para las personas con movilidad limitada pueden constituir un problema mayor.
Pero, veamos el otro lado de la cuestión: se piensa que puede haber unos 800 millones de perros en el mundo. Y si el perro ...