Me gustan los chocolates, los helados y cualquier golosina, mientras más dulce mejor.
Con frecuencia me “engolosino”; ese anhelo intenso de devorar un manjar.
Y así sucedió.
Entré a esta particular tienda, y allí estaban, desplegados sobre una mesa, tentándome.
La boca se me hizo agua.
No sabía cuál elegir.
Los miré con deseo, queriendo olerlos, tocarlos, devorarlos hasta la saciedad.
Al final me decidí por tres de estos dulces, algunos ya los había probado, pero la nostalgia pudo más.
Pagué y salí de la librería en la gloria, dispuesta a devorar mi recién adquirida ambrosía:
“Poemas de la Noche”, de Rainer María Rilke, “Un Poco más Grande que el Universo entero” de Fernando Pessoa y uno para releer en su idioma original “Canto a mí Mismo” (Song of Myself) de Walt Whitman.