Gente que Cuenta

Granito de arena,
por Leonor Henríquez

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“Salí a la calle, a confundirme con la gente, con sus sueños, sus amores, sus tristezas, e intentar poner mi granito de arena…”

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      Frente a mí, tres pantallas de televisión.

Mudas, pero con subtítulos.

En la primera, el noticiero; en la segunda un chef cocinando platos decadentes; en la tercera un programa de consejos para adelgazar.

Yo allí, público cautivo, en la más superflua pero relajante actividad, haciéndome una manicure.

Mis ojos, cual péndulo, oscilaban entre las guerras, una langosta termidor, y el vaso de jugo de limón que hay que tomarse en las mañanas para adelgazar (lo cual solo sería posible si la mata de limón queda a diez kilómetros de tu casa, en mi opinión).

Y así, ad infinitum.

Pantalla 1, deslizamientos catastróficos en Nueva Guinea, miles de fallecidos.

Pantalla 2, lomito Wellington.

Pantalla 3, beneficios del ayuno impertinente, perdón, intermitente.

La muchacha terminó de hacerme las manos, pagué y salí del establecimiento, con mi cabeza todavía oscilante, como hipnotizada por un espiritista.

¿Cómo se puede conciliar la tragedia, lo epicúreo y la desinformación al mismo tiempo? ¿Cómo digerir ese menú cotidiano de dolor, deleite y escepticismo mientras me pintan las uñas?

Me sentí fatal.

El bombardeo informativo y/o desinformativo sumado a mi propia banalidad, hizo que quedara como en estado catatónico, ausente del mundo y sus penurias. Insensible.

Recordé un diálogo que en su momento me pareció gracioso y esta vez me golpeó como tragicómico.

¿Qué es peor, la ignorancia o la indiferencia?

No sé ni me importa.

Desperté de ese trance con una certeza, no hay nada más pernicioso que la indiferencia.

Salí a la calle, a confundirme con la gente, con sus sueños, sus amores, sus tristezas, e intentar poner en este vibrante caos llamado vida, mi granito de arena.

Un gesto amable, o una sonrisa pueden ser un buen comienzo.

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Leonor Henríquez (Caracas, Venezuela) Ingeniero Civil de profesión
(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus reflexiones sobre el duelo, Hopecrumbs (2020) (www.hopecrumbs.com) y “The Adventures of Chispita” (2021), una alegoría de la vida en el vientre materno. (www.chispita.ca)
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com

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