
Hombre observando gansos
Fuente: https://harvardartmuseums.org/
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La manera en que escribimos revela mucho sobre cómo percibimos el mundo. En Asia Oriental, los sistemas de escritura basados en caracteres han persistido durante milenios a pesar de las presiones de modernización. Estos escritos ideográficos—donde un solo carácter puede representar un concepto completo—reflejan los patrones de pensamiento holístico documentados por psicólogos transculturales como Richard Nisbett.
Cuando un lector chino encuentra el carácter 森 (bosque), ve tres símbolos 木 (árbol) dispuestos juntos—contexto y relación incorporados en una sola unidad visual. Esto refleja un estilo cognitivo que prioriza las conexiones entre elementos en lugar de partes aisladas. El carácter mismo enseña que un bosque no es simplemente una colección de árboles, sino una nueva entidad que emerge de su relación.
La escritura china tradicional fluye verticalmente, con columnas que avanzan de derecha a izquierda en la página. Algunos eruditos sugieren que esta orientación hace eco al movimiento aparente del sol cuando se mira hacia el norte—una dirección frecuentemente preferida en regiones donde la exposición al sur traía luz y calor intensos. La dirección de la escritura, así, inscribe patrones cósmicos en el flujo mismo del pensamiento.
Los sistemas alfabéticos occidentales adoptaron un enfoque drásticamente diferente. Descomponiendo el lenguaje en sus componentes sonoros más pequeños—sin significado aisladamente, pero poderosos en combinación—los alfabetos reflejan una mentalidad analítica que disecciona conjuntos complejos en partes fundamentales. Con solo un puñado de letras, griegos, romanos y sus descendientes culturales podían construir cualquier palabra mediante recombinación sistemática, muy similar a los bloques de construcción modernos.
Este “enfoque Lego” de la escritura se alineó perfectamente con la tradición intelectual occidental desde Aristóteles: clasificar, categorizar, analizar partes antes de sintetizar la comprensión. El flujo de izquierda a derecha de la mayoría de los escritos occidentales refleja el viaje del sol cuando se mira hacia el sur, la orientación preferida en climas más templados, y que determinó hasta la orientación de las casas.
Ningún enfoque es inherentemente superior. Cada sistema de escritura evolucionó para servir a los patrones cognitivos, necesidades lingüísticas y condiciones ambientales de su cultura. Lo que emerge es una revelación profunda: nuestras herramientas más básicas para registrar el pensamiento no son meramente invenciones prácticas, sino expresiones de cómo fundamentalmente damos sentido al mundo—codificadas en cada trazo, cada letra, cada línea que escribimos.

alfredobehrens@gmail.com