Gente que Cuenta

Hetero, por Lucy Gómez

Boy and girls atril

Ha pasado mucha agua debajo del puente desde que las mamás, vistiendo de rosa o de azul a sus bebés, pensaban que ya estaba decidido todo acerca de su sexo. De ahí en adelante, la sexualidad familiar iba aparentemente sobre ruedas con la ayuda de normas sociales que no se equivocaban nunca, según  sacerdotes, psicólogos, médicos, escritores , periodistas, animadores de tv, padres y maestros:  muñecas para ella y camiones para él, disfraces de El Zorro y Superman, al lado de los de Hada y Caperucita Roja. El reino hetero de apariencia.

Las familias más avanzadas discutían en casa de educación sexual y poco más. La procesión iba por dentro y sólo de vez en cuando reventaba algún escándalo.

Ahora, se experimentan muchas sorpresas. Desde violentas reacciones de los niños contra el azul y el rosado porque sí desde el kínder, hasta lo normal en que se ha convertido no saber a primera vista el sexo de la persona que se ve. Para no hablar de la cantidad de procesos legales para cambiar de nombre y género desde la adolescencia.

La imagen tradicional de la sexualidad se fue para siempre. Es lógico que haya choques e incomprensiones, pero es preferible abrazar la realidad.

Recuerdo como si fuera hoy cuando mi hijo mayor me dijo con mucha tensión que quería que nos sentáramos a hablar de algo muy importante. Tenía 19 años. Lo primero que pensé es que había embarazado a alguien. Lo segundo, que me iba a decir que era homosexual. No pude pensar en nada más desde la mañana hasta la tarde, cuando íbamos a hablar. Ya me había atormentado pensando qué hacer en los dos casos. Ayudar en el primero a lo que los dos quisieran hacer, o en el segundo – aunque no me gustase mucho por lo difícil que era y aún es la vida para un homosexual – decirle que contaba conmigo. Y me repetía un reproche básico: ¡Como no me había dado cuenta, fuera lo que fuera!

No saben el alivio que sentí cuando me confesó que lo que pasaba es que era fumador. Era natural su angustia. Yo entonces era una ferviente antitabaco. Prohibía fumar a mi familia, me daba vómito el humo, abanicaba con una carpeta a los fumadores visitantes. Así que estaba acojonado. No entendió nunca mi reacción de sorpresa risueña cuando me lo participó con cara de funeral.

Hoy, vivir en una sociedad deliberante ante todo lo que parece extraño, raro, repugnante o ajeno a muchos de sus miembros en términos de sexo, me parece muchísimo más sano. Todos y cada uno de los casos son sólo facetas de nuestra biología. La carga y la culpa son peso extra.

Lucy Gómez e1647642232444
Lucy Gómez Periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com

de la misma autora

 

    ¡Suscríbete a nuestro Newsletter!