Hasta donde sé, no existe la ciencia de la huecología; pero, como he tenido que vérmelas con muchos huecos en la vida, como conductor o peatón, reclamo su paternidad.
He levantado esta taxonomía a partir de mis observaciones (y de las veces que he caído en uno). Expondré someramente las categorías (ya que aquí solo me dan un huequito):
– Hay huecos hondos y flacos, como un tubo; y unos más anchos que largos, como playas.
– Está el hueco intermitente: se abre y cierra a voluntad.
– El reversible: es hueco por todos lados.
– El invisible: no lo ves hasta que caes.
– El sádico: te destroza todo.
– El falso hueco (no como el falso amigo, ya que este no es amigo; pero el otro sí es hueco).
– Huecos como las drogas: alguien termina cayendo en ellos.
– Hueco superficial: puede ser confundido con una grieta del pavimento (pero, todo hueco superficial será profundo o no será).
– No confundir con el prehueco (aún no me pongo de acuerdo conmigo acerca de esto).
– La hueca: con varios huequitos pequeños alrededor.
– Hueco peatonal: prefiere a los paseantes.
– El hueco justiciero: donde cae el funcionario público que tenía la responsabilidad de taparlo.
– Hay huecos sorpresas (casi todos).
– Y huecos tercos: los tapan y vuelven a aparecer (no confundir con el hueco intermitente).
A mí me interesa no sólo el aspecto material de los huecos, ya que estos son parte de nuestra cultura, un patrimonio inmaterial, como jugar carnaval con agua y remojar la galleta en café con leche. Yo hasta he subido a las redes fotos de huecos, para que aprecien nuestros monumentos.
Uno termina acostumbrándose a los huecos de una zona. Y debido a que muchos se convierten en parte del paisaje, debería existir una señal que indique hueco en la vía (una contribución de nuestro país a la señalética).
Ahora, nuestro hueco más grande no se puede fotografiar: el presupuesto nacional; agujero negro inconmensurable, portal por donde el dinero del Estado pasa a otra dimensión y deja de ser público para ser privado.
Tal vez todos tenemos nuestros huecos presupuestarios; a mí me parece que lo que cobro se me va por uno que tengo en el bolsillo. Sea como sea, los huecos siempre están con nosotros, acompañándonos en nuestro transitar…
Quiero terminar con unas palabras de Henry Ford: no importa lo que hagas; tarde o temprano serás deudor o acreedor de alguien, o caerás en un hueco. Y es que, a fin de cuentas, todos vamos para el mismo hueco.