Gente que Cuenta

IA con A de Arrogante,
por Álvaro Ríos

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Fuente: https://lp.educatac.com

Ruy bajó la mirada y echó un vistazo hacia el interior de la máquina. Encendió un soplador y retiró el polvo de los circuitos. Desconectó las clavijas, las limpió con un aerosol y las volvió a colocar en su sitio. Por último, efectuó unas pruebas.

—He aquí el problema —dijo—, un ventilador ha dicho ya no más…

Me acerqué. Le pregunté si tenía uno de repuesto y respondió de forma positiva moviendo la cabeza. Cuando estuve a un paso de él, una ojeada bastó para notar la palidez y la cara de aquejado que desde hacía unos días me acompañaba.

—¡Te ves mal, compa! —exclamó.

—Sí, he estado enfermo, pero me niego a ir a una clínica. A un hospital, ni se diga. En esos lugares solo residen matasanos.

—¿Sabes que el chat gpt puede darte un diagnóstico?

—¿En serio?

—Claro que sí. Solo necesitas un kit médico. El mismo se conecta por uno de los puertos usb, luego abres la aplicación y listo —dijo con plena seguridad.

Esa tarde fui a comprar el famoso kit.

Una vez en casa, abrí la caja, leí las instrucciones, conecté los cables a los puertos de la laptop, me puse unos chupones en el pecho y corrí la aplicación:

—Hola bufón, ¿qué rayos haces aquí?, en estos momentos deberías estar pasando a través del torniquete de San Pedro —dijo una voz robótica con sobrada arrogancia.

La verdad quedé en shock, atónito. Qué se habrá creído esta máquina, pensé. Entonces llamé a Ruy y le conté lo sucedido. Él me hizo saber que quizá la máquina había sido ajustada a su máxima sensibilidad, que debía cambiar algunos parámetros.

Me indicó los pasos a seguir los cuales ejecuté al pie de la letra.

Seguidamente apliqué un reset e intenté de nuevo:

—Otra vez tú, necio, ¿qué diablos haces aquí en vez de estar haciendo las gestiones en una funeraria?, lárgate y déjame en paz, mira que tengo millones de cosas qué hacer en vez de estar atendiendo a un difunto —dijo, esta vez con un talante de engreimiento desbordado.

Al escuchar aquella expresión sentí que me quemaba por dentro, de modo que desconecté los cables y me arranqué los chupones. Posteriormente tomé la laptop y la arrojé contra la pared.

Cuando estuve calmado, salí de casa y fui a ver a un médico.

—Está usted delicado de salud, y además, alterado —dijo el galeno con un tono suave y muy educado—, cuénteme, desde cuándo anda usted así…

Le relaté sobre lo que venía sintiendo, los exámenes que ya me habían practicado y también sobre el diagnóstico de la IA.

—Esas máquinas jamás se equivocan —dijo mientras daba unas palmaditas a mi espalda.

—Tal vez, pero al menos con usted uno se ahorra los insultos.

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Álvaro Ríos. Maracay, Estado Aragua, Venezuela, 1965. Vive actualmente en Barquisimeto, Estado Lara. Es Ingeniero Electricista, Profesor Universitario y Escritor de cuentos, poesía y ensayo. Es autor de los libros “Sendero de Sombras” (poesía), “Efimerario” (brevedades), “Dilemas en el aire” (poesía) y “Criaturas Mínimas” (cuento). Ha sido colaborador de los diarios “El Impulso” y “Diario de Lara” en la ciudad de Barquisimeto. Algunos de sus cuentos han sido publicados en el portal “Letralia”.
alv_rios@yahoo.es

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