Un querubín farsante, por Álvaro Ríos
Rafita murió el día de ayer. Fue un amigo que vivió pobre y solo, siempre a la espera de una promesa que nunca se cumplió.Aquella noche, Rafita llegó a casa hecho trizas. Cuando entró, advirtió la presencia de un hombre que reposaba en el sofá.—Usted, ¿quién es?, ¿cómo entró? —quiso saber.—Un amigo, he venido para ayudarlo…—¿Cuánto tiempo lleva aquí? —preguntó atónito al darse cuenta de que el hombre, gordo como un cerdo de granja, yacía tumbado completamente desnudo.—No sé, dos, tres, cuatro horas, ¿qué importa? —respondió—. Debo hablar con usted, y no puedo esperar hasta mañana, de lo contrario, te quedarás solo el resto de tu vida.—¿Solo? ¿Cómo sabes que estoy solo?—¿Has visto lo que tengo en la espalda?Rafita miró el lomo del intruso y entonces observó algo así como unas aletas, de ti...