La familia ha decidido llevar la urna por última vez a la Gavidiera, ese lugar en donde Inés pasó los últimos años de su vida. En medio de aquel Arenal todos bajan y ya no hay manera de saber que será de todo aquello sin Inés. Una pareja muy joven son los únicos que están allí de gente. La muchacha pronuncia “la señora Inés ” como si hablara de una diosa griega. Elizabeth camina hacia la casa con paso triste y tímido. No tiene prisa en entrar y los perros de Inés la reciben. Se acercan a ella y en silencio le dan el pésame con sus rabos entre las piernas. Ya la Gavidiera es un recuerdo y los perros de Inés la han visto por última vez.