Así me lo contó, por Luli Delgado
El insomnio era su amigo de toda la vida, y con los años fue haciendo de la noche su escondite, su cómplice, acaso un encuentro por el que hasta esperaba sin querer.La primera vez que consideró como opción irse lejos, fue durante la noche de un día particularmente triste y cansado. Después de entender la magnitud de aquello, los demonios de la culpa le trituraron el corazón, logrando exorcizarlos a duras penas ya cuando el sol le mostró el lindero de sus propiedades.Pero fue tal su miedo, que en los días que siguieron se afincó como nunca a sus ritmos oficiales, se prometió no pensar más en aquello que corría el riesgo de volverse peligrosamente irreversible.Con pastillas, consiguió inclusive dormir un poco y hasta imprimirle cierta dosis de amabilidad a su historia conyugal, como durante ...