Gente que Cuenta

La escuela era una fiesta,
por Victorino Muñoz

fiesta de escuela Atril press
“…me dicen que tales actividades tienen por fin hacer que los niños socialicen con sus compañeros y que compartan…”

 Cuando uno llega a visitar una institución educativa, lo más seguro es encontrar que hay alguna actividad de índole festiva. Y es que así como hacen muchos de mis vecinos, en los colegios al parecer todo es un motivo para celebrar. Pero esto no es un halago, precisamente.

El asunto es así desde el mismo inicio del período académico, con actividades de bienvenida que involucran desde el karaoke a las carreras de sacos y gimkanas, pasando por la degustación de distintos pasapalos dulces y salados elaborados por madres y maestras colaboradoras.

Luego se continúa en las sucesivas y diferentes celebraciones: que si el Halloween, que ya es una cosa oficial en Venezuela, como si fuéramos el estado número 52 de la unión; que si las fiestas pre y post navideñas, el carnaval, la semana santa…

A estas se suman las llamadas fechas patrias y otras más: el día de la raza o el encuentro de dos mundos o la resistencia indígena (tal vez por tener tres nombres se celebra por partida triple), así como también el aniversario del colegio, de la parroquia, de la ciudad y del planeta…  Porque ahora todo tiene un día, que hay que celebrar: el de las madres y el de los abuelos, de los niños, de los maestros, el de las playas, el de los perros.

Incluso pasa que sin necesidad de un motivo o de una fiesta se pierden clases, ya que antes de salir de vacaciones, al inicio de año escolar o previo a asuetos largos, la cosa se relaja y son muchos los que faltan, entre estudiantes y docentes.

Ahora, me dicen que tales actividades tienen por fin hacer que los niños socialicen con sus compañeros y que compartan, que no sea sólo ver materias y nada más. Buena la intención, pero no me lo creo mucho, ni estoy seguro de que funcione.

De hecho, ya los jóvenes que quieren socializar lo hacen sin tanta celebración; y los que no, ni modo: no se les puede obligar. Yo estuve en no sé cuántas fiestas del colegio, y no trataba a nadie ni mucho menos bailaba. Era el propio rompegrupos, casi tanto como ahora.

Pero, no es cosa sólo del nivel básico. Otro tanto sucede en las universidades. Hoy día ya resulta difícil llegar a una institución educativa y encontrar que tienen clases, tanto así que esta semana entré al salón y me sorprendió encontrar a los estudiantes, a todos.

Les pregunté qué pasaba, que si no era el día de nada. Se escuchó una queja generalizada.

– Pues, será el día de ver clases, les dije.

Captura de Tela 2022 03 16 às 15.41.44
Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

del mismo autor

12

Compartir en

    ¡Suscríbete a nuestro Newsletter!