Bellona, 1633
Belona era la diosa romana de la guerra. De su nombre se deriva el sustantivo “bélico/a”
Es un tipo especial de mujer. Toda la vida existió, pero se hizo más visible y mediática después de las guerras del siglo pasado, cuando se incorporó masivamente al mercado de trabajo y con las migraciones de las últimas décadas hacia Europa y Estados Unidos, desde África y América Latina. Es la guerrera.
La mayoría son jefes de hogar, con y sin educación, pero con una manera de ser distintiva. Trabajan, ganan lo suficiente para sostener a sus familias, inclusive hasta pagarles educación de alto standing mientras muchas siguen, aún después de la jubilación trabajando doble o triple jornada.
No son especialmente amables. Aunque tiernas a su manera las quieren, las temen y las respetan mucho.
Son la antítesis de la persona que solo se ocupa de su apariencia, aunque muchas son bellas y lo cultivan. Lo que las distingue es otra cosa: una energía a toda prueba que limita y condiciona sus relaciones, que la hace ver siempre con un casco y una lanza, peleando. Por eso las llaman guerreras.
Tampoco quieren ser conocidas como víctimas, aunque la mayoría de las veces tienen todos los tickets para salir premiadas en esa rifa por todas las dificultades y golpes que sufrieron y enfrentan. Lo que ocurre es que odian la compasión y su hermana, la lástima.
Tienen una actitud siempre vigilante y agresiva con el mundo, nunca dispuestas a dejar de pelear, porque esa es la marca de quienes siempre están en guerra.
¿Será necesario? Me pregunto. Por esa actitud dejan de apreciar y disfrutar los lados amables de la vida, como la relajación y el placer, que no siempre son el enemigo.
Bueno, al final son roles que se escogen. La guerrera no quiere consideraciones especiales ni ayuda, o por lo menos no lo admite. Siempre está ahí, espada en mano: la amas, la odias o la soportas.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com