Gente que Cuenta

La pareja, por José Pulido

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“Se nota que llevan muchísimos años de casados. Actúan sincronizados, como esas palomitas que se paran juntas en una rama y parecen comunicarse con movimientos de cabeza.”

 

No hace mucho tiempo que se quedaron sin vivienda. A lo mejor primero perdieron el apartamento y después tuvieron que renunciar a vivir en una habitación. Desde diciembre deambulan con una maleta y dos bolsas y lo hacen imitando el estilo de las personas que están llegando a una ciudad o que andan buscando taxi para salir hacia el aeropuerto.

Se nota que llevan muchísimos años de casados. Actúan sincronizados, como esas palomitas que se paran juntas en una rama y parecen comunicarse con movimientos de cabeza. Se conocen profundamente. Duermen sentados, abrazados, como si estuvieran en un cine. Su hogar es la mesa más discreta de un pequeño café, que cierra temprano por la noche.

A las seis de la mañana se alistan para salir a la calle; el hombre con la maleta y ella con las bolsas. Todavía logran mantener limpia su vestimenta. Deben pasar el día vendiendo algo que les proporciona lo mínimo.

Antes de irse a vender lo que vendan, entran invariablemente a una panadería y desayunan con un café con leche cada uno y un cachito de jamón. Lo hacen con mucha dignidad, rompiendo largos silencios con algún comentario íntimo y casero como “pásame el azúcar”.

Deben tener un sitio donde usan el baño, porque él siempre anda con la cara bien afeitada y ella se dibuja un maquillaje leve, de señora sobria que desea pasar inadvertida.

Una mañana caminaban hacia la panadería, cuando un perro color mostaza, manchado de viejas mugres, se les pegó atrás, como si ellos fueran sus dueños. El perro les causó incomodidad. Sin intercambiar palabras, se detuvieron, como para que el perro siguiera de largo. Pero el animal se detuvo también. La pareja continuó caminando y entró a la panadería. El perro se echó en la acera. Era evidente que los estaba esperando. El hombre se tomaba pequeños sorbos del café y miraba de reojo al animal, que había cerrado sus ojos sin ningún apremio. La mujer no apartaba la vista de su taza. Podría asegurarse que se pusieron de acuerdo para abandonar sigilosamente la panadería. Caminaron más aprisa que nunca.

Ella parecía con deseos de mirar hacia atrás, pero él la empujaba suavemente tocándole la espalda de vez en cuando. Al doblar una esquina se detuvieron en una parada para tomar el autobús. Ella se limpió los ojos y dijo, como mostrándose distraída:

-Anoche soñé que estaba cocinando… – y se quedó callada, como si el tema hubiese muerto en una sola frase.

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José Pulido
Poeta, narrador y periodista venezolano. (Villa de Cura, Aragua, 1945). Reside en Génova, Italia. Fue director de varias revistas culturales y páginas de arte de los diarios venezolanos más importantes de los 80 y 90. Entre sus poemarios, Los poseídos fue Premio Municipal de Literatura 2000 . Tiene libros de cuentos , entrevistas y biografías , además de 8 novelas . Una de ellas ,El bululú de las ninfas (2007) fue Premio Miguel Otero Silva . Sus poemas están publicados en antologías de lengua española e italiana. Es finalista del premio internacional de literatura Pilar Fernández Labrador 2021, de Salamanca,España.
Jipulido777@gmail.com

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