News That Matters

José Pulido

Versos que impresionan – José Pulido
22b, José Pulido

Versos que impresionan – José Pulido

El verso más impresionante de Rimbaud debería ser este:“¡Ha reaparecido! ¿Qué? La eternidad”No creo que sea necesario un comentario al respecto, pero ese solo verso podría llenar bibliotecas completas, si alguien se dedicara a escribir en torno a lo que quiere expresar y a lo que sencillamente dice.En Oda a una urna griega, John Keats escribió un verso inolvidable: “Si es dulce el canto oído, el no escuchado lo es más aún”.Su significado varía de acuerdo a quien lo lea, como todo. Pero siempre se puede especular que el canto no escuchado es más dulce porque requiere de una sensibilidad especial para oírlo. Emily Dickinson, viendo en un cementerio las cenizas de muchos fallecidos, logró unos versos de contundente sencillez: “Este callado Polvo fue Damas y Caballeros”.Ver las cenizas de los ...
La pareja, por José Pulido
46a, José Pulido

La pareja, por José Pulido

 No hace mucho tiempo que se quedaron sin vivienda. A lo mejor primero perdieron el apartamento y después tuvieron que renunciar a vivir en una habitación. Desde diciembre deambulan con una maleta y dos bolsas y lo hacen imitando el estilo de las personas que están llegando a una ciudad o que andan buscando taxi para salir hacia el aeropuerto.Se nota que llevan muchísimos años de casados. Actúan sincronizados, como esas palomitas que se paran juntas en una rama y parecen comunicarse con movimientos de cabeza. Se conocen profundamente. Duermen sentados, abrazados, como si estuvieran en un cine. Su hogar es la mesa más discreta de un pequeño café, que cierra temprano por la noche.A las seis de la mañana se alistan para salir a la calle; el hombre con la maleta y ella con las bolsas. Todavía ...
El manifiesto, por José Pulido
38a, José Pulido

El manifiesto, por José Pulido

 A Oswaldo Vigas le gustaba recordar la ocasión en que vivió una aventura cuando conoció a varios integrantes de la Junta Patriótica que encabezaba la lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.Ya estaba viviendo en París. Un día regresó a Venezuela para hacer una exposición en la Fundación Mendoza. El empresario Eugenio Mendoza y su esposa, doña Luisa de Mendoza le tenían aprecio y cada vez que exponía le compraban uno o dos cuadros. Oswaldo fue a El Nacional para que anunciaran la muestra y en la puerta se encontró con Miguel Otero Silva. Oswaldo le dijo “quiero hablar contigo”. Miguel le respondió: “espérame un momento, porque luego vamos a ir a una reunión”.La reunión era en los talleres de El Nacional. Allí estaban Fabricio Ojeda, Guillermo García Ponce, Carlos Dorante y otras ...
El cuadro de Wilfredo Lam – José Pulido
32b, José Pulido

El cuadro de Wilfredo Lam – José Pulido

Oswaldo Vigas contaba que su mejor amigo en París era Wifredo Lam. El pintor cubano era un hombre cincuentón y Oswaldo un joven de treinta. La obra de Lam estaba muy cotizada. Oswaldo siempre le decía “quiero un cuadro tuyo, pero nunca tengo dinero”. Pero un día, por cosas del azar, Vigas pudo comprar casi regalado un cuadro de Lam. Las ilustraciones que hacía para André Breton y otros surrealistas lo hicieron más evidente y figuró entre los más destacados artistas del surrealismo. La primera vez que Lam estuvo en París, antes de la Segunda Guerra Mundial, Picasso hizo que el gran marchand Pierre Loeb firmara un contrato con Lam y vendiera sus obras. Un tiempo después, Pierre Loeb se disgustó porque Wifredo Lam dijo que Picasso había copiado unas telas suyas. En relación con este...
Paisaje urbano – José Pulido
30a, José Pulido

Paisaje urbano – José Pulido

En este país no te puedes sentar a descansar apaciblemente en ninguna parte. Parece imposible lograr algo tan sencillo: sentarse quietecito a mirar, sin ninguna molestia, el paisaje urbano. Pero hay lugares en donde sentarse equivale a una experiencia casi paranormal, o en donde definitivamente no te puedes encontrar ni contigo mismo. Un día cualquiera me senté en la plaza Bolívar y me sentí como se debe sentir todo el que se sienta allí: rodeado de poder y sin ningún poder. Frustrado y sin poder frustrar a nadie. Las palomas, que evidentemente no saben que Bolívar es el Libertador, lo cagan, cariñosamente, pero lo cagan. Y los niños que la gente lleva a la plaza para que se distraigan, con su amor desinteresado y sus ganas interminables de jugar, dan comida a las palomitas y las...
Los Cocos – José Pulido
25b, José Pulido

Los Cocos – José Pulido

Con una velocidad casi mecánica, Artemio corta los cocos que va sacando de un congelador. Por puro reflejo, hace girar el coco como un balón, en la palma de la mano izquierda; acto seguido, lo coloca sobre un tronco, asesta el machetazo certero en la punta, y se escucha el ¡glug! del agua que se agita en el interior. La fragancia dulzona del agua de coco es una de las esencias naturales del trópico. Los clientes hacen cola para probar ese líquido maravilloso. La esposa de Artemio se encarga de cobrar, pero también es ella quien corta los cocos durante los escasos momentos en que su esposo se ausenta. -Yo no descanso: vendo cocos hasta la caída de la tarde, cuando se acaban los clientes- aclara Artemio. Por allí pasan las mujeres más hermosas del mundo, vestidas levemente por cent...
El San Juan Bautista de Da Vinci – José Pulido
21a, José Pulido

El San Juan Bautista de Da Vinci – José Pulido

El pintor y maestro de pintores Braulio Salazar, me honró con su amistad. En cierta ocasión me contó que en su juventud había tenido una pesadilla con Juan el Bautista. Eso le sorprendió porque el Bautista no es un ser amenazante. En medio de una fiebre que le derretía el cuerpo, Juan el Bautista lo miraba y con un dedo señalaba el cielo. Braulio le dijo “Todavía no voy para allá”. Eso le causó gracia en el mismo sueño porque Braulio tenía un gran sentido del humor. “Me reí de la pesadilla, porque entendí de dónde venía. Cuando uno sabe de dónde vienen los sueños no te causan asombro”, comentó Braulio. Una mañana entró a una ferretería donde compraba óleos y trementina y se quedó pasmado ante un almanaque recién colgado. Era nuevo y anunciaba el año siguiente, aunque faltaban dos...
Esa divina pichirrez – José Pulido
35a, José Pulido

Esa divina pichirrez – José Pulido

No quisiera gastar muchas horas escribiendo este texto sobre la avaricia. Pero escribir es un oficio reñido con el apuro. Se va tornando exigente: en el ordenamiento del palabrerío se invierten horas que nunca volverán. Además, causa daños colaterales: se devalúa la computadora, muere un cardumen de células de tanto meditar y se derrocha electricidad. Según la Divina Comedia, los avaros y los pródigos están atrapados en el cuarto círculo infernal. Su castigo consiste en dar vueltas sin parar y gritarse insultos. Los avaros perdieron el paraíso por haber guardado mal. Y los pródigos, por la manera como gastaron lo que tenían. Si escondes los billetes, aunque estés vomitando sangre, eres un avaro y el diablo hará pisillo con tus entrañas. Si agarras el dinero y comienzas a dilapida...
El amor tatuado – José Pulido
34a, José Pulido

El amor tatuado – José Pulido

 Yo corría por el patio persiguiendo un perro que perseguía a una gallina y mi mamá me gritaba desde la cocina que dejara la ventolera con esos animalitos de Dios y me paré en seco. -¡Es Daniel Santos!- grité desaforado y mi mamá dejó de hacer lo que estaba haciendo y se asomó colocando la cabeza en posición de antena viviente tratando de escuchar más allá del patio y de los confines del barrio. “Señora del pecado luna de mi pasión, mírame arrodillado junto a tu corazón” -Daniel está cantando en la Radio Nacional ¡Prende la philips rapidito, chico!- me gritó y ya yo estaba en la sala-comedor sintonizando a Daniel Santos, en el aparato de radio tipo capilla que mamá llamaba confianzudamente “la philips”, de la misma manera que a Marilyn Monroe le decía “la Marilyn” como si f...
La última foto de Proust – José Pulido
33a, José Pulido

La última foto de Proust – José Pulido

Alice B. Toklas, la secretaria y compañera de Gertrude Stein, contó que ellas conocieron a Man Ray “en uno de esos hoteles pequeñitos de la rue Delambre, y Man Ray tenía tres cámaras grandes, diversos aparatos de iluminación y en una cabina revelaba las fotos. Nos enseñó fotografías de Marcel Duchamp y de muchas otras personas…” Man Ray se mudó a París en el año 1921. Se instaló en Montparnasse y entre varios de sus amigos figuraba Jean Cocteau. En el año 1922, hace exactamente cien años, Cocteau se apareció ante Man Ray para pedirle un favor muy especial: que retratara a su amigo Marcel Proust quien había muerto unas horas antes. Man Ray ya era reconocido como un vanguardista unido al dadaísmo y al surrealismo. Proust había obtenido el Premio Goncourt con A la sombra de las ...
No hay lo que tú quieres – José Pulido
28b, José Pulido

No hay lo que tú quieres – José Pulido

Cuando la ciudad se congestiona y los automóviles avanzan unos metros apenas, aparecen los vendedores ambulantes que ofrecen espejos redondos, paraguas, llaves inglesas, peinetas de dama antañona, lupas, tornillos para antenas de televisión, mariposas y arañas en cajitas de vidrio, y afiches de Pedro Infante. Basta que usted necesite comprar un tornillo para antenas de televisión o un alicate de presión, los vendedores aparecen ofreciendo plátanos y mangos y las ferreterías se esfuman. Si usted anda buscando con urgencia una de esas lupas que introducen agresivamente por la ventanilla en el tránsito detenido, solo encontrará vendedores ambulantes pregonando mentol chino y manteca de culebra. Si el médico le dice que lo estítico se le pasará tomando jugo de tamarindo, en cada semáforo...
El conoto negro – José Pulido
37a, José Pulido

El conoto negro – José Pulido

Algunos indígenas del valle de Caracas no le tenían demasiado temor a la muerte, porque creían que al morir se convertirían en pájaros. Y pensaban esto porque observaban con mucha agudeza todo lo que hacía el Conoto negro. El Conoto negro es un pájaro que construye unos nidos colgantes y largos que sólo podrían ser tejidos por manos de mujer. Los indios observaban al Conoto negro y lo veían igualito a una tía que se murió, a un primo, a un conocido. Bruno Manara, quien escribió e ilustró un delicioso libro titulado Aves del Ávila, señala que el Conoto negro debe su nombre científico a ese nido colgante que construye. Toda cosa que vuele, eche raíz o se arrastre, tiene un nombre común y un nombre científico. El Conoto negro se llama, científicamente hablando, Psarocolius decumanus...