Gente que Cuenta

La Picadura,
por Leonor Henríquez

Avispas Atril press
“Eran gordas y vestían traje a rayas. Se diferencian de las abejas porque estas últimas son más amarillas, más gorditas y peludas, por lo de la polinización…”

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A veces es elusiva y mientras más me afano en encontrarla, más se me escurre.

Me ronda, se acerca, se espanta y se va.

Sí, es la inspiración.

Como cada semana, la busco incansablemente, cuando voy de paseo, en el automercado, mirando por la ventana, la de mi casa y la de las almas de las personas que me encuentro en la calle.

A veces llega con una frase leída hace poco (“Mi soledad sin descanso” García Lorca), o quizás con alguna cita vieja.

El hecho es que esta semana, me pareció que mi inspiración estaba más escurridiza que nunca, así que, respiré hondo y me eché a caminar.

Esta vez me cuidé de no usar perfume y ponerme camisa manga larga, pues las avispas están alborotadas esta temporada, quizá por las temperaturas inusualmente altas para esta época del año y una picadura de avispa puede resultar, si no mortal, al menos dolorosa.

No era por falta de maravillas que nada me conmovía pues en el camino se me cruzaron un faisán y dos pelícanos, sumados a la belleza del otoño, ese que pinta de oro el paisaje.

Pero ya mi repertorio en ese sentido creo está agotado.

Así que decidí internarme por una senda diferente.

Y ahí fue cuando sucedió.

Un enjambre de avispas me rodeó.

Eran gordas y vestían traje a rayas. Se diferencian de las abejas porque estas últimas son más amarillas, más gorditas y peludas, por lo de la polinización.

Estas avispas eran agresivas.

Las intenté espantar con las manos, con mi sombrero.

Corrí desesperada. Pero ya era tarde.

Sentí la picadura punzante, como un clavo ardiente, en toda mi cara.

Un calor intenso recorrió mi piel, pude sentir la potencia del veneno recorriendo furiosamente mi cuerpo.

Tiendo a ser muy alérgica, así que corrí a mi casa.

Al llegar, revisé mi cara, mis brazos, a ver si veía señales de la picadura, pero nada.

Me serví un vaso de agua y corrí a mi computadora con una urgencia.

La de escribir estas líneas.

La picadura de la inspiración también puede ser letal.

Puede matar de deseo, de belleza o de dolor, da igual.

PD: y como quedé contenta por haber encontrado inspiración, les dejo el link de una canción que me encanta bailar, Las Avispas de Juan Luis Guerra.

Letra: https://www.letras.com/juan-luis-guerra/163414/

www.atril .press Leonor Henríquez e1670869356570
Leonor Henríquez (Caracas, Venezuela) Ingeniero Civil de profesión
(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus reflexiones sobre el duelo, Hopecrumbs (2020) (www.hopecrumbs.com) y “The Adventures of Chispita” (2021), una alegoría de la vida en el vientre materno. (www.chispita.ca)
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com

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