En la filosofía popular hay un dilema con respecto a ciertos animales ovíparos, de los cuales uno pone muchos huevos y no dice nada, y la otra pone uno y hace gran escándalo. O sea, la gallina y el pez, o más bien sería la pez, porque hasta donde sé los machos no ponen huevos. En fin.
Los gallinistas, esto es, los partidarios de la gallina afirman que tal es el modo correcto de estar en el mundo. Y que si uno pone un huevo debe mostrarlo a todos, mostrar lo que sea que produce, presumir de ello, porque es el fruto de su más grande esfuerzo y merece recibir el elogio, el aplauso o alguna recompensa, para seguir adelante con ánimo.
Desde el punto de vista de estos gallinistas, los pecistas, partidarios del modo de ser del pez, son más bien tontos, porque ponen muchos huevos y no dicen nada. Aunque debe ser difícil eso de gritar debajo del agua, si uno se pone a pensar seriamente el asunto.
A lo largo de la historia, ha habido muchos personajes peces, de los cuales solo nos hemos enterado después de cierto tiempo, ya que callaron al dar sus frutos, en algunos casos incluso avergonzados o inseguros de lo que hicieron.
Tal sería el caso de Franz Kafka en la literatura y un poco de Nicola Tesla en el área de la ingeniería y los inventos. En cambio, Thomas Alva Edison sí que supo ser gallina, haciendo no solo alarde, sino vendiendo sus huevos a precio de oro.
Sí me preguntan por mi punto de vista, les cuento que sigo prefiriendo ser pez. La gallina más bien me parece un poco tonta, porque si no hiciera tal escándalo no le robarían los huevos y tendría al cabo de un tiempo sus polluelos. Y si bien es cierto que les quitan los huevos a algunos peces, por lo menos los de ciertas especies, estos son más valiosos y se venden en forma de caviar.
Pero me temo que este no sea el sentir más popular, ya que en las llamadas redes sociales abundan por sobre todo las gallinas antes que los peces. Cualquier persona que engendra algo piensa que debe hacer alarde, como decía.
Por ejemplo, está el que escribe un libro y pasa años hablando de ello. Escribe más sobre o acerca del libro que lo que tiene de contenido el mismo. Algo como lo que dice Borges en el Aleph, de un escritor insoportable: el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable…
Con todo, yo no los juzgo, pero no los secundo. No es mi estilo. Prefiero ser pez y no andar alardeando de lo que hago. También es que debajo del agua no llega muy bien la señal del wi-fi.