Gente que Cuenta

Las dunas de la estrella, por Pedro Tebyriçá

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Gal Costa en Ipanema a comienzos de los años `70

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   Aquí en esta playa, justo en frente de nosotros, había un muelle. Era el apoyo para la obra de un emisario submarino que llevaría los desechos de los barrios cercanos directamente al mar. ¡Mensajes escatológicos enviados in natura al océano! No existía la actual preocupación por el medio ambiente, el mar de Ipanema seguía exuberante y nadie podía imaginar que daría grandes pasos para convertirse en este páramo de aguas contaminadas.

Pronto se formaron las dunas con la arena removida para la obra y ese paisaje singular, en medio de una sangrienta dictadura, se convirtió en territorio libre, punto de encuentro de los cool kids: las dunas canabis. Y, haciendo honor a la libertad, un día apareció allí, la conocida cantante con voz de acordes de guitarra, ojos y cabello negros, labios carnosos, su hermoso cuerpo a la vista en un diminuto bikini que apenas alcanzaba para cubrir su sexo, un detalle multiplicado para la portada de uno de sus long-plays, que pronto sería censurado por los que decían: “¡Dios mío! ¡Quieren sexo libre!”

La multitud se emocionó con la presencia de la musa y pronto las dunas también fueron llamadas por su nombre.

De entre los pilares del malecón salían olas altas, tan perfectas como las del viejo rincón de playa Arpoador, cansado de tanta guerra, y de allí venían los extraviados con sus pelos encerados y sus tablas de surf. Uno de ellos, luciendo un short de baño abierto al espacio, se atrevió a tatuarse un dragón en el brazo. Estar tatuado no era lo habitual, era cosa de malandros, presidiarios o marineros. Estaba mal visto, como tampoco estaba bien visto el sexo entre iguales. Sin embargo, un apasionado poeta bahiano no pudo contenerse y se derramó en el muchacho, deseando su deseo. Y el chico de Río se convirtió en una hermosa canción.

Hoy las piedras de Arpoador duermen en un profundo sueño, los vagos de antaño han convertido el surf en una profesión, sus pantalones cortos llevan el sello de marcas multinacionales, Hawái ya no es un sueño – se ha convertido en un certamen millonario. Aquí la playa de Ipanema ya no tiene dunas, ya no hay muelle, ya no hay olas, ya no hay gente guay. El mercado es el nuevo dios y la gente ahora sólo se preocupa por vender algo. El sueño ya no existe. Todo es mercancía, todo es comercio. La cantante dejó las arenas hace mucho tiempo y su voz se convirtió en el conmovedor himno de un sueño que de tan intenso no pudo hacerse realidad.

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…su voz se convirtió en el conmovedor himno de un sueño

Finalmente, con la misión cumplida, la cantante también nos dejó. Pero no desesperes, no estamos solos. Por la noche, en el cielo, justo al lado de la constelación de la Cruz del Sur, apareció una nueva estrella, con un brillo límpido y aterciopelado, recordándonos que la libertad fue y será siempre un hermoso sueño.

Su nombre es Gal.

Pedro Tebyriçá 1
Nascido na cidade do Rio de Janeiro em 1955, formou-se em economia, atualmente é servidor público federal, dedicando-se paralelamente à literatura e as artes plásticas, já tendo realizado exposições no Brasil e no exterior. Começou a escrever aos cinquenta anos, inclinando-se mais para o texto curto, notadamente contos. Em 2019 lançou o Contos (nem tanto) Contidos pela Editora 7 Letras disponível para venda no site da editora (www.7letras.com.br).
ptebyrica@gmail.com

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