Lectura de aeropuerto, por Getulio Bastardo

No levanté la mirada para verla partir. Mi café se mezcló́ con mis lágrimas, el otro permaneció intacto como mi amor por ella. Partió la única mujer que he querido, llevando con ella el único amor que tuve y he tenido. ¿De qué me quejo? Si yo acepté esa situación de ausencias largas y encuentros cortos.
Ahora en mi soledad, como siempre, medito sobre lo pasado y me pregunto ¿por qué́? Nunca supe su dirección, su teléfono o el de su familia. ¿Por qué́ no nos veíamos en otras circunstancias que no fueran los eventos científicos? ¿Por qué́ no fue de la manera tradicional y corriente de amantes que se hacen pareja definitiva y “fueron felices para siempre”?
Era un ermitaño en una selva de concreto que me gustaba estar solo y disfrutar de mi soledad y mis libros, hasta que la conocí́. Ya no fue lo mismo mi soledad sin ella que con ella; aunque lejos, la esperanza de verla en el próximo evento, sin saber cuándo ni dónde, me mantenía vivo y activo ¿Hay alguna expectativa más emocionante que esa? ¿y los encuentros? Aún no se ha inventado la palabra para describirlos.
Nuestros encuentros eran culturales, eróticos, sensuales, afectivos, antidepresivos, ansiolíticos, en fin, psicoterapéuticos y enriquecedores. Cada vez me hacía sentir mejor conmigo mismo y con el mundo. Si alguna vez escribo un libro será para relatar nuestros encuentros como técnica de crecimiento personal y de autoayuda.
Ahora lo entiendo. Los libros de autoayuda son las experiencias de cada autor, quien cree que sus vivencias se pueden repicar en los demás, cualesquiera que sean las circunstancias y el estilo de vida de las personas, pero en la gran mayoría de los casos, esos libros se leen y se desechan o se les busca un lugar en el librero para releerlo algún día, si gustó, si no reposará para siempre en ese lugar, hasta que los herederos fastidiados de tanta basura salgan de ellos.
¿O acaso fui yo uno de esos libros de aeropuerto que uno compra para leer mientras sale su vuelo y durante él, y después lo deja olvidado en el primer taxi que encuentra?

¿Fui yo para ella su libro de aeropuerto y ya le llegó su vuelo?
Ahora me he propuesto no volver a ningún otro evento social o científico, ante el temor de verla con su esposo, ni intentaré conocer alguna otra mujer. Después de ella mi soledad y tristeza serán para siempre.

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