Ahora hay un sentimiento de ambigüedad con respecto al plástico y su uso. La verdad es que en la Edad Media conseguir una copa de plástico, habría sido un milagro mayor que hallar el Santo Grial, con el perdón de los católicos creyentes. Imagínense, un material transparente, ligero, irrompible, más allá de ese mundo. Habría parecido totalmente irreal, extraterrestre.
Hoy, el plástico es el enemigo. Ha pasado de ser el material con el que había que contar para todo, omnipresente y barato, la solución a todos nuestros problemas, en algo peligroso, en un desecho amenazante que empieza a convertirnos en hombres y mujeres de plástico, ya que lo comemos todos los días, gracias a la penetración invisible y amenazante de los infinitos pedazos que nos hemos encargado de regar .
Así, hay islas completas de bolsas de plástico en el mar, animales atrapados en el océano por las bolsas y los residuos. Micro plásticos en la comida. No sabemos qué hacer con él, a no ser que creamos que el asunto se soluciona con acciones aisladas, como formar grupos de limpieza en las playas, investigar hasta dónde llegan los daños para concientizar el entorno, inventar mecanismos de limpieza de los océanos, mientras el plástico, sigue cercándonos tan campante.
Empiezo a detallar en mi escritorio lo que tengo de plástico: una bandeja de semillero, la tapa de una pintura de labios, la del celular, el cepillo de mi gato, la armadura de mis lentes, el envoltorio de las pastillas que me toca tomar esta tarde, un vaporizador de agua para las plantas, las teclas del teclado accesorio de la compu, una cajita de caramelos de menta, la armadura de la engrapadora, los bolígrafos. Plástico auténtico en variados colores, texturas, grosor y tamaño.
¿Y tú? Haz tu recuento. Perdemos una guerra que la mayoría ni se ha dado cuenta que ha empezado.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
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