
Cartel original de estreno en cines.
Fuente: https://en.wikipedia.org/
Eran los primeros días de un noviembre ventoso cuando Manolo me invitó a su casa a ver una película. Yo supuse que había encontrado algún tesoro fílmico y traté de disimular mi desencanto cuando vi que lo que me esperaba eran más de dos horas de “Sansón y Dalila”, una película de 1949, que ni había visto ni me interesaba, y en la que Cecil B. DeMille recrea la bíblica historia de Sansón contra los filisteos.
─ Me imagino que te preguntas por qué estamos viendo una película que ha envejecido tan mal.
Solo enarqué las cejas y abrí la palma de las manos hacia arriba esperando que me lloviera la explicación como el maná y Manolo señaló la pantalla cuando hizo su primera aparición el personaje de Dalila.
Reconocí la increíble belleza de Hedy Lamarr, y Manolo me aclaró que en su momento fue uno de los grandes iconos de Hollywood. Mientras el personaje de Dalila trataba de seducir a Sansón y, al ser rechazada, se dedicaba a vengarse de él cortándole el pelo (el secreto de su fuerza) para entregarlo, indefenso, a los malucos filisteos, Manolo me contó que estábamos viendo esa película como un homenaje a Hedy en su cumpleaños 110.
─ ¿Tienes una lista de actrices a las que vas a homenajear? ─ pregunté con cierta sorna ─ ¿me permites darte algunos nombres?
Y ahí Manolo llegó donde quería llegar. Me contó que Hedy Lamarr no solo había sido una bellísima actriz de cine. Inventora autodidacta, había trabajado en una tecnología de salto de frecuencias (lo que Manolo confesó no entender) que permitía la trasmisión inalámbrica a grandes distancias y que fue piedra fundamental en el desarrollo posterior del GPS, el Bluetooth y el Wifi. La patente de su invento en 1942 no mereció reconocimiento hasta 1997 con varias justificaciones, entre ellas, la de haberlo hecho con su nombre de casada.
─ Me imagino que era demasiado guapa como para ser inteligente ─ concluyó Manolo ─ y que los reconocimientos a su invento le llegaron cuando ya no era tan lozana.
En la película, llevaban a Sansón al templo del Dragón (inexplicablemente no se dieron cuenta de que el cabello le había crecido) y, en medio del espectáculo, el héroe derribaba las columnas del santuario muriendo aplastado junto a todos sus enemigos, incluida la hermosa Dalila que, según Manolo, siempre sobrevivirá a la inteligente Hedy Lamarr.
Alzamos nuestras copas y Manolo dedicó el brindis a una mujer que tuvo la desgracia de ser demasiado hermosa.

Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas.
josemanuel.pelaez@gmail.com