Millennials cansados,
por Luli Delgado

Esta semana leí en El País de Madrid un reportaje firmado por Miguel Echarri que explica que la generación conocida como los millennials, nacidos entre 1981 y 1996, se han ido fastidiando progresivamente de las redes que con tanto entusiasmo ayudaron a crecer.

Es que, según explica, la saturación de anuncios y ofertas imperdibles le fueron quitando poco a poco el interés de meterse a saber de los amigos. ¿Se acuerdan? Por ahí fue que empezó Facebook. Al principio era una verdadera locura, porque te pedía en amistad gente de infancia de quienes ni te acordabas, antiguos colegas de trabajo, o alguien que habías conocido en un viaje. Invariablemente, después del poco fecundo asunto derivado del “¿y qué es de tu vida?”, no quedaba mucho más, pero era muy cool eso de tener un número alto de amistades, así que, aunque no los volvías a destapar, tampoco los eliminabas.

Twitter también vivió su momento de gloria y a esta generación, que hoy ronda entre los 27 y los 42 años, le pareció un espacio mandado a hacer para expresar sus opiniones y entrar en discusiones interesantes. Pero también fue perdiendo el gas y ahora con Elon Musk y sus nuevas condiciones, no más de 600 de tuits, que no sé cómo se llamará ahora, unido al eterno rumor de que muy pronto será pago, la plataforma fue perdiendo aquellos usuarios que un día consideraron que sus vidas perderían el sentido sin ella.

A Instagram lo han definido como una teletienda en la que vendedores cada vez más ansiosos te meten por los ojos cosas que no te interesan, o un lugar poblado por influencers cada vez más falsos y fatuos, o noticias escandalosas y difíciles de creer.

Total es que cada día frecuentan menos las redes y algunos, según cuenta mi colega Echerri, hasta han hablado del reencuentro con su paz mental. A mí el hijo de una amiga me comentó que borró los íconos de las redes de su teléfono para no caer en la compulsión de revisarlas a cada rato.

Yo creo que hay mucho de cierto en los argumentos de los ya no tan jóvenes , pero también creo que lo que les ha pasado es que en definitiva crecieron y dejaron de ser muchachitos embobados por la tecnología y sus novedades.

Están demasiado viejos para TikTok o les dan pereza los Youtubers, ahora básicamente en manos de la generación que vino más atrás.

Falta saber cómo van a reinventar su vida ciberespacial. A título personal, yo siento que el gran salvavidas son los motores de búsqueda, cada vez más eficientes. Les pides algo que te interese y te metes por esa calle. Pero yo soy mamá de millennial, ni de lejos integrante de esa generación, y siento que casi siempre me ha tocado que otro me marque el camino en términos de tecnología.

Amanecerá y veremos.

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