El gran dirigible hizo la travesía del Atlántico sin novedad alguna y para el jueves 6 en la mañana volaba sobre Boston, cuyos vecinos se volcaron a la calle para admirar embobados la imponente nave de color plateado con sus decorativas cruces gamadas, que silenciosamente cruzaba el cielo rumbo al sur; hacia la ensenada de Long Island. En el aeropuerto de Lake Hurst en Nueva Jersey, una enorme y excitada multitud aguardaba ansiosamente para recibir la aeronave europea. Los camarógrafos de cine, así como los reporteros radiales se habían instalado allí desde la noche anterior y uno de ellos llamado Herbert Morrison transmitía los preparativos del evento con lujo de detalles; Morrison era un conocido reportero y locutor radial al servicio de una famosa cadena nacional y fue él quien, a las seis de la tarde de ese mismo día, anunció con voz emocionada que se había divisado en la lejanía un punto plateado que flotaba hacia ellos como una pluma. Así que seguidamente una banda marcial comenzó a tocar marchas norteamericanas y alemanas para celebrar la llegada.