A los escritores los persigue la sensación de que no son del todo lo suficientemente buenos. En cuanto compones una sola frase, te asaltan las dudas. ¿Necesita ese adjetivo? (Probablemente no). ¿Deberían ser dos frases, no una; ¿más rítmicas, más aliterativas? ¿Menos aliterativas?
Cyril Connolly, el biógrafo de George Orwell, escribió en su obra de no ficción La tumba sin sosiego una advertencia para los escritores que no tienen la bendición de “ese don” de que a menudo no logran alcanzar el potencial que sí tienen por falta de compromiso o motivación, por la hipnótica tentación de la distracción.
Al leer los libros de Orwell ambientados en Birmania, París y Cataluña, Connolly debe haber llegado a la conclusión de que, como escritor en tiempos difíciles –el ascenso del fascismo en la década de 1930–, no era del todo bueno para sumar su voz a la lucha. Es mucho más fácil limpiar el suelo de la cocina que sentarse frente a una página en blanco. Dudo que Connolly haya limpiado alguna vez el suelo de la cocina, pero escribió una frase escalofriante: El enemigo del arte es el cochecito de bebé en el pasillo.
Aparte del periodismo, la crítica y la publicidad, escribir no es una profesión, y ciertamente no una profesión bien paga. Los escritores escriben por razones no muy diferentes a las de los adictos que beben o toman drogas. Es un hábito que a menudo quieren abandonar, pero se ven obligados, como Sísifo, a dar un empujón más en la cima. Se aferran al sueño o la ilusión de que una vez que crucen el Rubicón que no es lo suficientemente bueno, entrarán en un lugar sagrado donde las palabras estarán pacíficamente a su alcance como baldosas que se pueden colocar en un mosaico de prosa perfecta y significativa.
Para los escritores, los artistas, para todos, podemos inspirarnos en estos tres “conceptos de vida” japoneses:
- Ikigai: Encuentra lo que hace que tu vida tenga sentido haciendo lo que amas, lo que se te da bien y lo que el mundo necesita.
- Kaizen: Haz pequeñas mejoras diarias.
- Oubaitori: No te compares con los demás. Cada uno tiene su propio camino y su propio tiempo en la vida.