Gente que Cuenta

Olores,
por Getulio Bastardo

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“…me tocó al lado de dos tipos que tienen un olor que no se merece nadie…”

Cuando se estaba creando La Orquesta Sinfónica de Mérida a principios del 91, coincidí en un vuelo de Maiquetía a Mérida en el avión donde también viajaba un grupo de los nuevos músicos de la recién creada orquesta, todos europeos. El mal olor en la cabina era un poco menos que insoportable.

Por la misma época un día revisando los clasificados de la prensa local me topé con un aviso que decía más o menos así “ familia inglesa desea convivir con familia local por cuestiones de estudio” y daban un número telefónico. Acepté el reto y llame al número indicado. Se trataba de una familia de tres miembros. El matrimonio y una niña de 7 años. Él, llamado Timoteo, le decíamos Tim era un estudiante de una maestría en Sociología cuya tesis era sobre la cultura latinoamericana; ya había estado en varios países de la región y en Venezuela había escogido Mérida por ser para la época la tercera ciudad mejor habitable de Suramérica.

Acepté la propuesta para participar en el proyecto y mejorar el inglés mío y de mi mujer. Quizás Ana como se llamaba la niña no estaba al tanto de las motivaciones de vivir con esta nueva gente y una vez que mi mujer le estaba hablando en inglés, ella le comentó “pero tú hablas español”.

Al inicio de su estadía en nuestra casa le pregunté a Tim por su apellido y me respondió en su español con acento inglés “ mi apellido es Bastard”. Semejante coincidencia de apellidos no lo podía creer.
Pero el motivo de esta nota además de estas dos anécdotas fue que al llegar noté el olor europeo en la familia y les regalé unos jabones de baño y dos desodorantes, allí me dijo Sheyla que es como se llama la Sra, “le molesta nuestro olor” y le respondo “así estamos mejor”. Y así fue.

Años más tarde en un vuelo de São Paulo a Caracas donde viajamos mi mujer y yo, unos instantes antes del que el avión iniciara su su taxeo se acerca una señora y nos dice “¿me puedo sentar aquí?”, señalando un asiento vacío en nuestra fila. “Claro que sí”. accedimos y la señora completó el discurso. “Fue que me tocó al lado de dos tipos que tienen un olor que no se merece nadie”.

Entramos en conversación en una amena charla que se prolongó todo el vuelo y donde me enteré de la profesión de periodista de nuestra compañera de viaje y le manifesté mi afición por escribir cuentos y luego le envié algunos y posteriormente, hace pocos meses, esa viajante que no se merecía el olor de los dos pasajeros, Luli Delgado, me invitó a escribir en Atril.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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