Para un amigo – Getulio Bastardo

Eran los 60, 1967 para ser más exactos. Universidad de Lo Andes, facultad de medicina, cátedra de psicobiologia, tema mecanismos de defensa, todos en el salón expectantes.

Entra un profesor elegantemente trajeado; la ciudad, la época y las circunstancias se prestan para vestirse bien, además el caballero sabe cómo hacerlo; parecía un lord inglés, después me entero que era Cumanés emparentado con el Gran Mariscal de Ayacucho.

Una de las técnicas o metodología que empleábamos los estudiantes de la época era grabar las clases de los profesores, así que el podio estaba lleno de micrófonos y grabadoras, “ parece que estoy dando un discurso en la ONU con tantos micrófonos”, bromeó el profesor antes de comenzar su disertación sobre negación, racionalización, sublimación, etc.

Termino la carrera y me voy de la “universidad que tiene una ciudad por dentro” al decir de Mariano Picón Salas, y casi dos años después regreso a hacer el post grado de psiquiatría, donde me topo, claro, nuevamente con el profesor, recién llegado de México especialista en psiquiatría infantil y de la adolescencia, y nos adentra en ese mundo tan complejo y nos inicia en terapia de familia y terapia de pareja.

Ya no sólo conozco y trato al profesor y al hombre elegante, sino al esposo fiel, padre, culto, políglota, melómano con especial predilección por la música clásica y la ópera, (tenía un programa de música clásica en la TV local y una vez nos habló de Maria Callas); también nos habló de Leonardo Da Vinci, en un congreso nacional, no muy bien por cierto.

Repito un hombre inteligente y culto,  buen hablante y mejor conversador, un ser humano en toda la extensión de la palabra de quien me honro en decir que fui su colega y amigo, que compartimos, que nos apreciábamos mutuamente.

Una vez que el Capítulo Andino de la SVP le hizo un reconocimiento, los organizadores y me solicitaron que presentara el acto, pero también pidieron que fuera en versos, lo hice, como en otras ocasiones lo había hecho con cierto tono humorístico, para mis amigos. No me atrevo a publicarlos porque hoy me parecen inapropiadas e irreverentes para la ocasión. Le debía esa disculpa.

Bueno ese amigo, Luis Camilo Silva Madrid ha partido. Hasta luego, amigo.