Planes navideños, por Lucy Gómez

Generalmente toda fiesta se desmadra en algún momento, pero si hay alguna que tiene una tendencia marcada a salirse de los planes es la Navidad.

La cosa comienza casi dos meses antes, cuando los más avispados empiezan a comprar regalos en una lista que por momentos se estira y encoge, cuyo propósito fundamental es conseguir más barato lo que o se agota y/o encarece en las cercanías del 24 de diciembre y que todos queden contentos.

Algunos usan hasta el Black Friday para encontrar rebajas el último viernes de noviembre, con una dedicación digna de elogio.

Eso presupone una lista previa, recursos y discusiones para saber a quién se incluye o no, quién vendrá o no a la cena de Navidad. Yo he visto dar vueltas a un regalo de esos unos cuatro años en los cuales la beneficiaria no se apareció nunca el 24. El regalo terminó con el lazo aplastado en una de las gavetas del armario del comedor.

Bien por los que hacen listas que les funcionen. Porque hay otros que hacemos listas donde solo algunos se aparecen y más bien, se presentan otros que no estaban previstos. Es decir que a la hora de la repartición, hay unos con regalo y otros no, con la sonrisa forzada correspondiente de los dueños de la casa.

Eso, suponiendo que todo vaya bien y usted como responsable haya hecho los deberes.

Pero ¿no le ha pasado que se han acabado los juguetes de moda y tiene que irse a hacer una horrible cola en unos almacenes hasta arriba de gente, el mismo 24 para que se acabe el bendito juguete tres personas antes de usted?

Otros contribuyentes al estrés, además de los invitados sorpresa, los desaparecidos y los regalos de moda, son los platos que salen mal. Las hallacas saladas o descoloridas, los pavos quemados y las tortas pasadas de horno que hacen correr al galope para encontrar una sustitución aceptable.

Les recomiendo encarecidamente una cosa. No se tomen nada de esto en serio. Desentiéndase del estrés y ríase a carcajada limpia, así tenga que sustituir las hallacas con una pizza y los invitados a la cena lleguen cuando se les dé la gana. Todo el mundo se lo agradecerá, no hay nada mejor que la risa en una fiesta…

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