Un psicópata, no es un psicótico ni un neurótico. Es algo más que eso y es más grave.
Un psicótico es un individuo que pierde el contacto con el mundo real, presenta alucinaciones e ilusiones, de cualquier tipo. Una alucinación es una percepción sin objeto a percibir o ilusiones que son deformaciones del objeto percibido.
También presenta ideas delirantes que son ideas falsas de las cuales el individuo tiene la firme convicción de su realidad y no se cambian con el razonamiento lógico. No tiene conciencia de su enfermedad, es decir no sabe que está enfermo.
El neurótico, es un ser atormentado por la angustia o ansiedad que se manifiesta de diferentes formas.
La angustia se presenta como ansiedad libre con todo el correlato fisiológico que eso implica o como base o fundamentos para otros trastornos.
Uno de ellos es el Trastorno Obsesivo Compulsivo, que es una idea recurrente, persistente, reiterativa que siempre está en la mente del individuo y lo compulsa a una acción motora, como lavarse las manos por ejemplo, pero no logra calmar la sensación de suciedad y por eso se lava las manos reiterativamente.
El neurótico sabe que está enfermo y busca ayuda.
El psicópata, sin embargo, sufre un trastorno de personalidad, también llamado sociopatía o personalidad disocial. Son individuos egocéntricos, egoístas que carecen de empatía. Su moral es todo lo que lo beneficie.
Al no tener empatía no se solidarizan con el dolor de los demás, no tienen resonancia afectiva, eso quiere decir que poco le importa lo que sienten los demás, aún siendo él responsable de ese malestar en el otro. Pero lo peor es que él sabe que ese malestar existe, sabe cómo se siente el otro y lo usa para manipular. Culpa a los demás de su infortunio.
Se aprovechan de los demás.
No respetan ningún tipo de regla ni norma. No son leales ni fieles.
Son individuos que al no tener empatía no experimentan sentimientos de culpa.
Cuando uno hace algo malo siente el “remordimiento de conciencia”, dicen unos o “la pena moral” dicen otros, pero en el sociópata no se ven estos sentimientos. No les importa el mal que hacen. De allí que no sienten arrepentimiento ni propósito de enmienda.
Son mentirosos y manipuladores, se aprovechan de la culpa de los demás para manipular. Son crueles con los animales y con las personas, incluso con la esposa e hijos, hasta con los padres. Algunas veces a este trastorno se le ha llamado “Locura moral”.
Las cárceles y partidos políticos están llenos de ellos.