Gente que Cuenta

Regresión al centro, por Alfredo Behrens

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Andy Warhol,
Veinticinco Marilyns coloreadas revisitadas, lámina 29 s/f

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No todos los días leemos noticias divertidas. Pero me gustó la del hipster que demandó a una revista por publicar una foto suya bajo el titular “Todos los hipsters se parecen”.  Casi podíamos sentir el dolor del tipo cuya identidad había sido socavada ¡Hasta que la revista demostró que la foto no era suya! En otras palabras, los hipsters se parecen tanto que ni siquiera él mismo se dio cuenta de que no era él.

Pero hay un problema mayor. El mundo se está pareciendo demasiado. Quién sabe cuándo empezó. Pero no puede haber sido mucho después de Muzak, esa música indescriptible que sonaba en las tiendas como masajeándote para que compraras más. El nombre Muzak tampoco tenía mucho de original, ya que estaba compuesto por la primera sílaba de música y la última de Kodak.

A mediados de los ochenta daba clases en Princeton cuando nos cayó encima un científico chino. Uno de los primeros en salir de China. Cuando llegaron las vacaciones insistimos en que alquilara un coche y a la Bukowski fuera a Los Ángeles. Cuando volvió dijo que todo le había parecido igual.  En aquel momento lo atribuimos a que sólo había conocido los moteles de carretera, que siguen siendo muy parecidos.

Pero la pasteurización del estilo se ha acelerado en los últimos años. Cuando cayó el Muro de Berlín, dos artistas rusos que querían vender sus lienzos a los estadounidenses, contrataron un estudio de mercado para entender mejor lo que comprarían. Ganaron algo de dinero y repitieron la investigación en varios países hasta que se dieron cuenta de que todos los clientes querían lienzos muy parecidos: con un paisaje mayoritariamente azul, con algunas personas y animales amables. No es lo que yo compraría, pero vendían.

El problema es que nos estamos quedando sin opciones. Quienes han analizado las fotografías de los interiores de espacios alquilados en Airbnb han llegado a la conclusión de que hay una excesiva estandarización en su decoración. La moda también se contagia a las cafeterías. De la arquitectura, ni hablar. Salvo algunos edificios conocidos, justamente por ser diferentes, el resto parece un montón de cerillas, como aquellas de seguridad, enfiladas. Lo mismo ocurre con los coches, desde que nacieron en el túnel del viento. Ahora todos parecen soplados de la misma manera aerodinámica. Por no hablar de sus colores, que tienden invariablemente al negro.

¿Y la gente? Mira, yo soy de la época en que en el Rio da la Plata los hombres vestían blazer azul y pantalón gris. Ahora parece que ni siquiera pueden permitirse eso, pero la cuestión es que, en todo el mundo, muchas de las mujeres que pueden permitirse la cirugía plástica entregan a su cirujano fotos de la Kim Kardashian para que proceda.

En otras palabras, año sí, año también, veremos a hipsters por ahí besando clones de la Kardashian porque no tienen a nadie más a quien besar, y agotados por ello.

Por Oporto pasó un filósofo coreano explicando por qué. No le leí ni le escuché porque, siguiendo su recomendación, no quiero cansarme. Según el sabio coreano, la exhaustión es la nueva normalidad en el mundo capitalista, que produce hipsters que se creen libres, pero no son más que esclavos condenados a besar a las clones de la Kardashian.

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Alfredo Behrens es doctor por la Universidad de Cambridge, profesor de estrategia y cuestiones interculturales en la escuela de negocios FIA de São Paulo y para Harvard Business Education.
Algunos de sus libros pueden adquirirse en Amazon.
ab@alfredobehrens.com

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