Gente que Cuenta

Si te cuento, por Luli Delgado

Henri Matisse Atril press
Henri Matisse,
The conversation, 1941

Resulta que a todos nos pasan cosas y generalmente queremos contarlas, pero en ese proceso nuestro relato puede tropezarse con varias situaciones.

Veamos algunas:

Muchas veces no hace falta ir hasta el final o hacerse de explicaciones exhaustivas, para que nuestro interlocutor sepa de lo que estamos hablando. ¿Nos damos cuenta, o ni nos pasa por la cabeza?

Cuando eso sucede, a menudo la paciencia del que oye se agota y resuelve rematar la frase con su propia versión. Es muy fastidioso para quien, entusiasmado, hubiera preferido llegar hasta el final.

Pero lo contrario también puede resultar insufrible y es bastante más usual en personas con las que no nos podemos dar los lujos de la confianza. No hay nada peor que alguien que se empeña en contar con detalles y detalles una historia que desde las primeras dos frases ya quien está oyéndola estaría en perfecta capacidad de saber de qué se trata y adónde va a parar. O entusiasmarse y meterse a contarnos mucho más de lo que queríamos saber o que realmente interesaba. En inglés se dice algo así como que nos contó sobre los pingüinos mucho más que lo que nos interesaba saber.

Sigo. Anticlimático a más no poder, es cuando uno empieza una historia catapultado por la emoción y, a la segunda frase, el otro corta certero: “¡Ah, pero eso ya me lo habías contado!”. Nada, a rematar como mejor se pueda, darle un codazo a la memoria y ver qué otra podemos contar que sea verdadera novedad. Aún así hay quien insiste en seguir como si nada.

Las relaciones de mucho tiempo se prestan a que se oigan hasta la náusea los mismos chistes o los mismos relatos. Hay que tener paciencia, pero existe una salida bastante digna: “¿te conté que el otro día…?” Esto ayuda mucho a librarnos del caso anterior.

También nos pasa que el que oye juzga, y suele dictar sentencias a medida que se va desarrollando un relato, que por pertenecer al pasado, ya no es susceptible de enmienda. “Pero ¿para qué fuiste?” “Yo no le hubiera dicho eso”, “Es que tú no has debido…”, y por ahí sigue. Desesperante.

Pero a pesar de todo, contar cosas es sin duda un elemento de primera necesidad. No hemos terminado de vivir una experiencia cuando ya estamos armando el esqueleto de cómo y a quién es que se la vamos a contar.

Y así vamos, entretejiéndonos en relatos que a veces de tan interesantes incorporamos al repertorio personal. “Nada como lo que le pasó a Fulano…”, y no hay nada más agradable que una reunión de gente en la que un relato se encadena con el siguiente.

Pero, atención, me refiero a relatos diríamos que “sanos”. Que no se confundan con los chismes, que tienen su capítulo aparte.

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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