No se preocupen, no se trata de ninguna enfermedad. Solo de las mañas que usan las plantas para reproducirse. Una combinación de nuestras mismas fórmulas de atracción, desde las naturales: belleza, inteligencia, sexualidad, hasta las artificiales, potenciadoras de las originarias.
Las plantas tienen lo suyo.
Combinan formas, tamaño, sabor, olor y estrategias para que sus polinizadores específicos: insectos, aves, mamíferos o personas -sí, nosotros también caemos rendidos a sus pies- las fecundemos.
La intensidad del perfume varía con la hora, la estación, el clima, la edad y la especie.
También cambia la distancia a la que es percibido.
Las rosas, los jazmines, huelen a varios metros. Otras flores como las violetas tienen un efecto más cercano. Las hay que perfuman el aire a unas horas específicas, como los azahares, azucenas, y jazmines, que lo hacen de noche. Las flores de color rojo, amarillo y violeta se activan de día, como las rosas, lilas, lavandas… Animales específicos se les acercan en horas, climas y estaciones precisas atraídos por el olor y el hambre.
¿Y qué hay de nosotros? Pues que también nos afectan y mucho. Por eso las cultivamos en masa. No libamos néctar, pero adoramos su olor. Llenamos jardines, parques enteros de rosas, lavandas, gardenias, orquídeas…
No se trata solo de placer olfativo. El olor vegetal nos influye en otros campos como el de la alimentación. El olor del limón aumenta la segregación de flujo gástrico, nos provoca hambre.
La calificación del perfume de rosas rompe los parámetros, porque es sedante, disminuye la irritación, baja la ira y la ansiedad al disminuir la frecuencia de la respiración y bajar la tensión arterial. El mismo efecto tiene el perfume de lavanda.
El jazmín se recomienda a los insomnes que sufren interrupciones en su patrón de sueño. Su uso hace que se muevan menos en la fase de sueño profundo. Y de ahí que sea una de las sustancias básicas en los medicamentos contra el insomnio.
La menta actúa en los centros de saciedad. Es recomendable oler unas gotas antes de comer para facilitar la dieta. La gardenia es analgésica y antiinflamatoria.
La esencia del narciso, que es una de las más costosas del mundo, se usa para dar masajes relajantes y es base de muchos perfumes de moda. La de jazmín no se queda atrás, puede llegar a valer 8000 euros el medio kilo.
Menos costosos, pero sumamente útiles son los geranios, que tienen todo tipo de aroma: a limón, rosas, canela o menta. Así que además de aromatizar la casa, atraen mariposas y pajaritos.
¿Qué más? En ese sentido son más que interesantes los nardos, las lilas, las begonias tuberosas (tienen pétalos dobles parecidas a pequeñas rosas colgantes).
Y ahora, recuerden. No es necesario cultivar rosas para conservar su perfume. Compren o consigan algunas, deshójenlas y con una taza de pétalos preparen aceite perfumado o agua de rosas. Los ingredientes para el aceite son: 1 taza de aceite de oliva (el de jojoba también sirve), 2 tazas de agua, un frasco de vidrio con tapa con capacidad de más de una taza para guardar el aceite, una olla donde el frasco quepa y pueda flotar y un tamiz. (El tamiz puede ser un pedazo de la tela de una franela).
Primero, vierte el aceite de oliva en el frasco y luego los pétalos que habrás roto previamente. Revuelve sin tapar. Pon a hervir el agua y en lo que hierva, apaga la hornilla y coloca en la olla el frasco destapado. Cuando el aceite se enfríe, se tapa el frasco y se guarda por 24 horas. Luego, pueden empezar a usarlo. El agua de rosas es también fácil de hacer. Preparen una taza de pétalos y una de agua que se pone a hervir. Se rompen los pétalos, se tiran al agua, se revuelve, luego el preparado se enfría y se cuela. Los pétalos se desechan y con el agua se llena un atomizador. Es un hidratante natural…