Zapatos, 1980
Acabo de ver en El País de Madrid una reseña sobre el regreso triunfal de los zapatos de salón, vulgo tacones, al mundo de la moda.
La nota me llamó la atención porque justamente ayer conversaba con mi amiga Karina sobre cómo con el tiempo vamos dejando de lado lo que en su momento fue imprescindible. El ejemplo con el que ella ilustró su argumento fue justamente el de sus tacones, zapatos de salón, según me entero ahora que también se llaman. “¿Dónde iba a poder usarlos en estas calles empedradas?”, me decía mientras caminábamos.
Y resulta que yo, nada más de verlos, ya me salen ampollas!
En mis idísimos tiempos de formalidad, a lo máximo que llegaba era a los mocasines o a esas zapatillas que también llaman bailarinas. Tenía en el fondo de mi closet un par de tacones negros y otro marrones, para cuando repicaran duro. Pero eso sí, era durísimo que tenían que repicar, porque ponérmelos era un calvario desde el minuto que los sacaba de su sitio, hasta la deseadísima hora de quitármelos al entrar a mi casa, cuando ya no daba más.
Recuerdo que una vez tuve que vestirme de falda y los consabidos zapatos altos. Creo que en esa oportunidad hasta me maquillé y todo. Al verme, un compañero de trabajo me dijo: “Mírala pues, ¡hasta le salieron piernas!” Que quede claro que fue un piropo.
Pero volvamos a los tacones. Como vivimos en la era del respeto, habría que empezar por decir que el gusto no se discute y que cada uno puede calzarse con lo que le venga en gana. Pero yo iría más allá. Además de pagar mi cuota de respeto, agregaría mi altísima cuota de admiración y de lo que antes se llamaba “honor al mérito”. ¿Se acuerdan? Aquella frase que venía en las medallas de condecoración del fin de curso de la primaria. Bueno, honor al mérito por las heroínas que en nombre de la moda todavía se los ponen.
Almodóvar dirigió una película titulada Tacones lejanos. Vi en Google que fue en 1991. No recuerdo la trama, ni tampoco viene al caso, pero al escribir la nota hoy me parece que es la frase que más se parece a mi reacción.
¡Increíble que haya gente que todavía los use!
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com