Gente que Cuenta

Un encuentro postergado, por Getulio Bastardo

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Florine Stettheimer,
Retrato de familia, 1915

– “Vámonos de aquí. Ese no es el doctor, debe ser un enfermero”, comentó una adolescente de trece años, que esperaba ser atendida por el médico del consultorio de medicina rural de un pueblo andino.

Fue un momento en que la sala de consulta se abrió y vio a un hombre de tez morena, pelo negro ensortijado y bigote poblado a lo Oscar de León, enfundado en una bata blanca, que contrastaba con la imagen del médico español de piel blanca y cabellos canosos ya conocido que había sido relevado el diciembre pasado y ella no lo sabía.

Diez años más tarde este mismo médico, un día al entrar a su sitio de trabajo, sintió su andar ralentizado por la presencia en la recepción del rostro más hermoso que sus ojos hubieran visto.

Desde allí todos los días al llegar, se acercaba a saludar a las chicas del departamento de citas, en especial a la joven del rostro encantador.

Después de algunos días, quizás meses de observar, se acercó resuelto a la joven y le soltó:

– Quiero una cita

– ¿Con  quién? preguntó la joven, atenta y sonriente

– Contigo. Respondió él, atrevido

Con la misma sonrisa con que lo recibía dijo indiferente

– No hay. Y siguió en sus labores.

Ese “no hay” fue como el aliciente o aguijón para seguir insistiendo.

Hasta que un lunes la muchacha escribió algo en un papel que le entregó al solicitante, donde se leía, “el viernes sí”.

Esa semana se convirtió en la semana más larga que él había vivido.

Llegó el viernes y como su hora de salida era una hora antes que la de ella, tuvo que esperar esa hora convertida en impaciencia.

A la hora señalada la vio aparecer. La emoción de verla aceleró los latidos de su corazón, ambos se sonrieron, pero la sonrisa de él se convirtió en mueca cuando vio aparecer detrás de la reina el cortejo compuesto por todas las integrantes del departamento de citas. La sonrisa de ella se hizo más amplia al dirigirse al vehículo donde él se encontraba, acomodándose todas en un coche de dos puertas.

Para una segunda cita la conversación fue más formal e intimaron y él supo cosas de ella, como que en segundo año de secundaria a ella la mandaron a estudiar a otro pueblo; se sintió mal un día y fue a la medicatura del lugar, pero cuando se asomó y vio un individuo que no se parecía en nada al doctor le dijo a su amiga:

“Vámonos de aquí. Ese no es el doctor, debe ser un  enfermero”.

Actualmente hijos y nietos celebran ese comentario.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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