Gente que Cuenta

Varón y hembra,
por Getulio Bastardo

Boris Kustodiev Atril press
Boris Kustodiev,
Los hijos del pintor, 1913
Fuente: https://www.wikiart.org/

En la familia tradicional, cada uno de los miembros de la pareja aportaba algo de su personalidad a los hijos, no solamente en lo que los hijos heredan biológicamente de sus padres, sino también en lo que aprenden de ellos a través de la convivencia y la observación.

Por eso usted puede ver ciertos gestos, actitudes o conductas manifestadas por los padres que son reproducidos por los hijos, ya sea como una forma de aprendizaje o como una herencia emocional y cultural.

Así, cada hombre tiene un componente femenino y cada mujer tiene un componente masculino. Esta dualidad forma parte del desarrollo integral de la personalidad.

Es saludable que en la conformación de la personalidad de un niño participen tanto la genética (el temperamento) como el aprendizaje (el carácter) provenientes del padre y de la madre. La presencia de ambos modelos, masculino y femenino, permite al niño construir una identidad más rica y equilibrada.

¿Qué pasa cuando en la crianza de un hijo solo está presente uno de los sexos?

Cuando solo uno de los sexos está presente en la crianza —por ejemplo, en una familia monoparental o en una situación de ausencia prolongada de uno de los progenitores— puede ocurrir que al niño le falte un referente de ese otro rol, lo que puede influir en la forma en que entiende e integra ciertas dimensiones de su identidad y sus relaciones interpersonales.

Sin embargo, esto no significa necesariamente que el desarrollo del niño esté condenado a ser deficiente. Otros adultos significativos que se comporten como padres sustitutos (abuelos, tíos, maestros, amigos cercanos) pueden también aportar modelos de comportamiento y complementar el entorno del niño. Lo fundamental es que haya amor, límites claros, comunicación y una guía emocional consistente.

El asunto se complica cuando esa figura sustituta no está presente.

No solo es necesaria la presencia física, sino también la presencia emocional de los progenitores. De nada vale un padre presente en la casa pero ausente emocionalmente de los hijos.

La clave está en ofrecer al niño una red afectiva que le permita desarrollar un sentido de sí mismo saludable, más allá de la configuración familiar tradicional.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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